Los “beneficios” salariales en sectores de educación y salud son, más que una broma colosal, una burla a los profesionales.
La Habana (Sindical Press) – Los denominados beneficios salariales de los trabajadores de los sectores de la educación y la salud en Cuba son más que una broma colosal una burla a los profesionales, técnicos y obreros de ambos sectores.
Más allá de los obligatorios mítines de apoyo a las “beneficiosas” medidas, orquestados por los sindicalistas y algunos trabajadores de los centros asistenciales del país, el rechazo y la desilusión son evidentes al expresarse en lugares privados.
Según el Dr. Rodríguez, quien luego de atender junto a otro médico 24 consultorios de la familia en Centro Habana tiene que salir a repartir paquetes para complementar su salario con aumento incluido, los 3000 pesos aumentados a quienes llevan más de 30 años en el sector en determinadas especialidades médicas en el país sólo les alcanza para comprar en el mercado negro un cartón con 30 huevos.
De igual forma, agregó, los demás aumentos por diversas labores en condiciones anormales –como nocturnidad y tener que agregar a las suyas las responsabilidades de un colega que se fue del país– son risibles o patéticas por su menguado poder de adquisición. A quienes les aumentan 500 pesos sólo pueden adquirir un vaso de batido de mamey en una cafetería de 23 y 12 que cuesta 510 pesos.
Por otra parte, señaló el atribulado doctor, con ese aumento no les alcanza ni para comprar una bolsa de leche en polvo de un Kg, a 3500 pesos en una MiPyme ya que el estado no ofrece ninguna opción ni para diabéticos ni pacientes con Sida, ni para personas de la 3 edad, ni niños; tampoco está al alcance del “aumento” de salario el Kg de muslo de pollo que cuesta 3200 pesos cubanos.
Tal vez, expresó irónicamente, con estas nuevas medidas un médico podrá comprar una libra de bistec de puerco en 800 pesos, un Kg de arroz en 550, un litro de aceite en 800, quizás una libra de jamón casero en 600, quién sabe si una libra de queso fundido en 500, y como postre celestial un refresco Tucola de 500 pesos y un masarreal de 100 pesos.
Los paqueticos de maní tostado a 40 pesos, el bocadito de helado a 80 y el pie de guayaba o coco a 280 pesos quedan para las enfermeras o los ambulancieros.
La cuestión es que no escampa con estos truenos, Cuba se hunde entre miserias económicas colosales y promesas de subir al cielo con el castrismo.
La cruda realidad es que ni las fintas gubernamentales, ni los malabarismos de funcionarios corruptos o las licenciaturas en manipulaciones de cuadros del partido pintados en la pared logran ni lograrán que Cuba y sus habitantes no sigan rodando cuesta abajo por un desfiladero.
De ahí que quienes fingen aprobar los beneficios salariales en los sectores de la Salud y la Educación en Cuba son burdos mentirosos, oportunistas o correvediles que tienen miedo a la vida.
Los cambios que necesita el país no son los movimientos cosméticos que realiza el régimen al mejor estilo gatopardiano: que todo cambie para que siga igual.
Cuba y su pueblo piden a grito un cambio estructuras políticas, económicas y sociales que debe comenzar al menos por sus obesos e ineptos funcionarios a todos los niveles, causantes de las eufemísticas “distorsiones” que hoy convocan a corregir cuando lo que corresponde es sacar de sus cargos a quienes las engendraron, engendran y seguirán engendrando: la cúpula gobernante, el partido, el gobierno y el Estado, que no es lo mismo, pero es igual.
De no ser así, dentro de 20 años volverán a decir que hay que eliminar los “errores y tendencias negativas”, como señalara hace décadas Fidel, y a corregir “distorsiones”, como dicen hoy Marrero Cruz y Diaz Canel, continuadores de la ineficiencia y el cinismo revolucionario que imperan en Cuba desde hace 65 años.