Esos gremios, en las instancias de base, solo sirven para cobrar la cotización y trasmitir las directivas del régimen cubano.
La Habana, Cuba (Orlando Freire Santana/CN) – En un reciente encuentro del secretario General de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte de Nacimiento, con dirigentes de esos sindicatos en la provincia de Pinar del Río, afloraron una vez más una serie de deficiencias que lastran el trabajo de las entidades estatales en ese territorio.
Se habló de más de 20 empresas que reportan pérdidas al cierre del primer semestre del año, entre ellas algunas que ni siquiera generan los ingresos suficientes para pagar el salario de sus trabajadores, con la consiguiente afectación al Presupuesto estatal, que debe subvencionar a esas entidades. También trascendió que el actual 2022 ha reportado una menor incorporación de personas al empleo en comparación con el año anterior.
Durante el encuentro el mandamás de la CTC recalcó acerca de la necesidad de que los nuevos actores económicos que van surgiendo, en especial los integrantes de las Mipymes, se afilien a estos sindicatos controlados por el gobierno. De igual manera, hizo hincapié en que los gremios adscriptos a la CTC formen parte de los consejos de dirección de las entidades, algo que en la provincia de Pinar del Río parece no muy habitual.
Ante el cúmulo de problemas que se presentan en este territorio, que por supuesto son extensivos al resto del país, una gran pregunta centró el debate de los presentes: “¿Qué hacer desde los sindicatos para estimular la producción, revertir los indicadores negativos en las empresas con pérdidas, contribuir a la creación de empleos, y ser protagonistas de la actualización del modelo económico cubano?”.
Un artículo aparecido en el periódico Trabajadores, que se hizo eco de este encuentro, intentó dar una posible respuesta a esta interrogante: “Sin dudas los sindicatos deben y pueden ser agentes de cambio, pero para ello la organización ha de revitalizarse desde la base, despojarse de rutinas que les impiden asumir el protagonismo que les compete en un país donde predomina la propiedad social sobre los medios de producción, lo que les confiere a los trabajadores la condición de dueños”.
Estamos ante un argumento que contiene una verdad y una burda mentira. En primer término es cierto que los sindicatos oficialistas apenas funcionan en las instancias de base, dícese en empresas y entidades. Solo sirven para movilizar a los trabajadores a instancias de la cúpula del poder, lo que incluye el cobro de la cotización mensual, con la que se sufragan los gastos de las parasitarias instancias de la CTC a nivel de municipio, provincia y nación.
La CTC y sus sindicatos no hacen nada en la práctica para elevar la eficiencia en las empresas y unidades presupuestadas. Las asambleas mensuales de producción, que tienen lugar en las instancias de base, y donde supuestamente deben aprobarse los planes de producción y tratarse todos los asuntos importantes de las entidades, son actividades meramente formales, donde las administraciones leen informes fríos y llenos de tecnicismos que provocan el bostezo de la masa de trabajadores.
Y la gran falacia del argumento aparecido en Trabajadores, por supuesto, se refiere a la condición de dueños de los medios de producción que la propaganda castrista les atribuye a los trabajadores.
Existen muchas verdades para refutar semejante punto de vista. Tomemos solo una: si de verdad los trabajadores cubanos fueran dueños, la señora Gladys Bejerano, contralora general de la República, no tuviese que estar todo el tiempo solicitando sanciones para los cientos de trabajadores que a lo largo y ancho del país cometen delitos contra la propiedad estatal. Porque, evidentemente, ningún dueño se roba a sí mismo. Los trabajadores le roban al gobierno, que a su vez fue quien primero les robó los bienes y las empresas a sus verdaderos dueños. Es algo así como una venganza a largo plazo.