miércoles , 30 octubre 2024

La interminable espera por la unificación monetaria

Desde el 2011 se anunció el proceso hacia la unificación, sin embargo, nada ha sucedido más allá de sigilosos aplazamientos.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La existencia de tres monedas en la Isla perdura en el tiempo, sin que exista una fecha determinada para terminar con la anomalía.

No han faltado últimamente pronunciamientos de parte de importantes figuras del estamento político nacional, entre ellos el presidente designado Miguel Díaz-Canel y el primer ministro Manuel Marrero, en relación a la necesidad de agilizar los esfuerzos relacionados con este asunto de vital importancia para la impostergable revitalización de una economía que podría colapsar si continúa bajo los efectos de las disparatadas normas de la planificación centralizada y el uso de tres referencias monetarias.

Desde el 2011 se anunció el proceso hacia la unificación, sin embargo, nada ha sucedido más allá de los sigilosos aplazamientos y las menciones que regularmente tienen lugar en alguna que otra reunión convocada por el alto mando del partido o el gobierno, las dos entidades paralelas de donde emana el poder totalitario.

Ahora los amanuenses del diario Granma se han sumado al coro que clama por dejar a un lado la modorra frente a una de las razones que explican el declive socioeconómico que afecta a la mayoría de la población, con mayores niveles de racionamientos y el declive del poder adquisitivo a cuenta del gradual y sostenido aumento de la inflación.

El objetivo es sacar de circulación al peso convertible (CUC), la moneda que salió a la palestra pública en 1994, un año después de que fuera despenalizado el dólar a raíz de la fuerte crisis económica que sobrevino con la desintegración de la URSS y el cese de las ayudas multimillonarias.

La creación del CUC fue una decisión tomada con la finalidad de opacar a la moneda estadounidense. Fue una sustitución con la cual se pretendió proteger la credibilidad del discurso nacionalista y el visceral antimperialismo, siempre escoltado por las banderas de la soberanía y el derecho a la autodeterminación.

En el mercado cambiario se cotizaba por encima del dinero del enemigo histórico –como todavía se designa al país vecino desde los nichos de la prensa escrita, radial y televisiva y también en las tribunas, donde se repiten los eslóganes patrioteros y los llamados a garantizar la continuidad del sistema de origen marxista-leninista.

Ahora en los bancos, todos estatales, el CUC y el dólar tienen el mismo valor, pero en el mercado negro hay pagar hasta 1.90 CUC por cada dólar. Una tasa cambiaria más ajustada a la desastrosa realidad económica, agudizada por el impacto de la pandemia.

En medio de estos cambalaches, el peso cubano (CUP) es el que pasa por sus peores momentos, aunque en realidad ha estado siempre en los oscuros rincones del olvido.

Su desvalorización crece frente al ascenso de los billetes impresos en las rotativas del Departamento del Tesoro en Washington, D.C., nuevamente autorizados a circular libremente ante el avance de la precariedad financiera a tenor de la paralización del turismo internacional debido al impacto del coronavirus; el pésimo desempeño de las industrias locales y el irrelevante índice de inversiones foráneas.

Si un dólar es=1 CUC=25 CUP, en el mercado informal el valor del billete con la efigie de George Washington exige el desembolso de casi 50 CUP.

Vale recordar que, en la gran crisis de principios de los años 90 el dólar llegó a cotizarse a 120 CUP, generando una situación de pobreza extrema y un éxodo masivo hacia las costas de la Florida.

En estos tiempos puede repetirse el escenario, con la salvedad de que la estampida marítima se consideraría como un acto de agresión, lo que sugiere una contundente respuesta militar.

La unificación monetaria debe ir acompañada de cambios profundos en las estructuras económicas, de lo contrario, su utilidad sería mínima y con enormes posibilidades de agravar los problemas existentes.

Tal proceder entraña un ineludible impacto en ámbito de la política interna e internacional.

Quizás por esa razón los mandamases no se deciden a tomar el toro por los cuernos. Si persisten en las prórrogas, un día tal vez tengan que sustituir las manos por los pies.

Correr delante de las masas enfurecidas no es cosa de juego.