martes , 14 enero 2025

La irremediable soledad de los dictadores

Maduro asume un tercer mandato con apoyo militar y aliados autoritarios, mientras aumenta su aislamiento internacional y las tensiones internas.

(Pittsburgh) – Con la asunción de un tercer mandato presidencial, Nicolás Maduro, acompañado de su cohorte de apañadores y el apoyo de los altos mandos militares, logra extender la existencia del chavismo no se sabe por cuánto tiempo.

Por el momento, los herederos del fundador del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y presidente del país desde 1999 hasta que la muerte se lo llevó en el 2013, se complacen del punto a favor en el póker político local, desafiando los cuestionamientos de personalidades y organizaciones internacionales, incluidos los representantes de la izquierda continental, que prefirieron mantener el distanciamiento desde que afloraron los resultados de las polémicas elecciones del 28 de julio pasado. La ausencia de los mandatarios de Colombia, México y Brasil en la ceremonia de juramentación, resulta en un indicador incuestionablemente fiable del aislamiento del nuevo gobierno que, según la Constitución estará en el Palacio de Miraflores por otro sexenio.

La distancia de tres de los líderes más ortodoxos del izquierdismo en esta parte del mundo, excluyendo a Díaz Canel y Daniel Ortega que sí estuvieron de cuerpo presente, manifestando así su respaldo incondicional a Maduro y no menos eufóricos por la continuidad de un régimen que comparte la tendencia de ahogar las libertades fundamentales y eternizarse en el poder por la fuerza, debería tomarse como un indicador de la merma sustancial en los acompañamientos legitimadores a estos  regímenes autoritarios como los que existen, en Cuba desde 1959, Nicaragua a partir del 2007 y Venezuela desde que Hugo Chávez, ganó las elecciones en 1998.

La alegría de quienes se robaron unos comicios de manera burda, apelando al fraude en su máxima expresión, apunta a ser un evento breve, removido por el reforzamiento de las impugnaciones, tanto dentro como fuera del país, pero sobre todo las protagonizadas por actores y entidades relevantes del escenario internacional, como Donald Trump y la Unión Europea que seguramente implementarán una batería de sanciones económicas y diplomáticas con el propósito de alentar a una transición democrática para que el binomio de Edmundo y María Corina ocupen el puesto que se ganaron en las urnas.

De hecho, ya Washington ha aumentado la recompensa por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, el siniestro adalid de la represión, de 15 a 25 millones. Ambos acusados en tribunales estadounidenses por narco-terrorismo.

La petición millonaria, también alcanza al ministro de Defensa, Vladimir Padrino, por el que se ofrecen 15 millones por similares delitos.

Esto pudiera ser solo el comienzo de una escalada con la intención de quebrar el débil consenso en los referentes de poder.

Según especialistas, la unidad férrea que se proclama en las tribunas es cuestionable. Por lo tanto, el régimen puede tambalearse y caer debido a la acumulación de contradicciones internas exacerbadas por las sanciones y el ostracismo que irá manifestándose de manera más clara en los próximos meses.

No toma por sorpresa el apoyo explícito de la tiranía comandada por Raúl Castro, en la sombra, y Díaz Canel como muñeco de feria con título de presidente.

La tiranía se juega el todo por el todo en el país que convirtió en una colonia.

Gracias al asesoramiento en la aplicación de los métodos coercitivos para amansar a la población, como parte de un amplio esquema de soportes de inteligencia y vigilancia, es que el modelo venezolano ha logrado mantenerse por tanto tiempo.

Asimismo, es ampliamente conocido que los millones de barriles de hidrocarburos a precios de ganga desde PDVSA, hacia los puertos de la Isla, han evitado el colapso del castrismo, lo cual explica la plena identificación de La Habana con su par venezolano, mucho más ahora frente a una soledad que los debe tener muy preocupados, aunque parezcan muy serenos y convencidos de que se salieron con las suyas.

El espaldarazo de Raúl Castro a Maduro oficiado por Díaz-Canel, sella el destino de dos satrapías, condenadas a desaparecer en el basurero de la historia, quizás al unísono o con muy poca diferencia entre lo que probablemente sea un derrumbe sistémico. Es tanta la empatía que muchos lo asumen como una sola nación, denominada Cubazuela.

La singularidad que presumen en público los tiranos, los condena. A menudo, lo que aparenta una manifestación de fortaleza es un velo para ocultar los complejos y las carencias.

Poco a poco van siendo abandonados a su suerte para quedar solos, palmariamente solos como parias que son. Género al que pertenece también, el mandamás de Nicaragua.