La Habana, Cuba (Cuba Sindical) – La revolución comunista que tomó el poder por las armas en 1959 ostenta un largo historial de injusticias contra los propietarios.
Escudado tras la teoría “la propiedad social como principio de igualdad”, el nuevo gobierno arremetió contra dueños de negocios y empresas particulares con una infame política de nacionalización y confiscación de bienes y durante más de seis décadas. Se cuentan por miles las historias de familias que lo perdieron mediante la iniquidad de un régimen sin escrúpulos.
Durante la crisis del periodo especial el régimen tuvo que aceptar nuevamente las formas de propiedad privada, abriendo en el 2012 el panorama a los cuentapropistas con la aceptación de cientos de nuevos oficios privados.
Pero cuando el particular consigue mediante el esfuerzo y dedicación en su trabajo adquirir alguna prosperidad, el Estado busca formas de cortar las iniciativas privadas, entre las más comunes están la subida de los impuestos y la declaración de ilegalidades en la comercialización de los productos.
La más reciente fórmula para paliar la crisis económica sistémica, las MIPYMES, fueron atacadas abiertamente en la última reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular celebrada el pasado mayo.
En este cónclave, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, advirtió a los miembros del parlamento cubano que “en los últimos meses hay una tendencia a la importación para la comercialización directa” que deriva en la especulación de los precios.
Sus palabras constituyen los primeros atisbos de un inminente mazazo contra estos emprendedores, que han invertido muchos recursos en la construcción y adaptación de locales para sus negocios y puesto en juego su dinero confiando una vez más en el Estado socialista.
En su informe sobre la economía nacional presentada al Parlamento, el ministro Gil pidió que se detenga la especulación y se detenga la ganancia excesiva de estos dueños de Micros, Pequeñas y Medianas Empresas, aludiendo que el nivel de importación de las empresas no estatales ha ido aumentando considerablemente y superaron los 80 millones de dólares en los últimos dos meses.
“Si continua esa tendencia, se superará los mil millones de dólares al terminar el año. Pero este incremento en las importaciones por parte de las MIPYMES no se ha materializado en ofertas con precios ajustados a los ingresos del cubano. Las nuevas formas de gestión que se aprobó fueron para aumentar la producción, pero se ha observado una tendencia para la importación y la comercialización directa de productos no autorizados”.
Para conocer un poco más sobre esta nueva forma de gestión no estatal y las reales dimensiones del esfuerzo particular de los emprendedores, adjuntamos algunos datos de las MIPYMES en Cuba.
Hasta esta fecha el gobierno cubano aprobó 8012 nuevas formas de gestión estatal, 7947 son MIPYMES, de las cuales 105 son estatales y el resto son privadas.
También se han creado 65 cooperativas no agropecuarias, que emplean a 212 400 personas.
Al cierre de abril se generaron 4.7 millones de dólares en exportaciones y se importaron más 270 millones en dólares.
En Santa Fe, en el municipio habanero de Playa, varios dueños de MIPYMES se quejan de decomisos de contenedores de productos en el puerto que ya habían sido pagados a los proveedores y fueron confiscados por los organismos de inspección y control.
Roelis Bolaños es dueño de una MIPYMES de la calle 290, una de las mejores surtidas en la localidad con mucha afluencia de consumidores. Este cuentapropista acaba de perder un contenedor de cerveza y otro de detergente y dice que ha sido un hueco muy grande.
“Gasté una millonada en comprar el local y adaptarlo con las condiciones indispensables para que los clientes se sintieran bien. No existe claridad en el contrato con el estado y no había cláusula ninguna que me prohibiera importar cerveza y detergente. Ahora vinieron con tecnicismo y lenguaje leguleyo que no entiendo, lo real es que perdí mi dinero de una manera cruel”, expresa el cuentapropista.
Otros dueños de MIPYMES que no quisieron dar testimonios de sus pérdidas, reconocieron cierta tomadura de pelo en relación con esta nueva forma de comercio. Uno de ellos que pidió anonimato confesó que su hermano le había advertido de no confiar en el Estado.
“Ya una vez pasé por lo mismo en los años noventa, cuando abrí una paladar y luego me la cerraron por no cumplir con las normas de contrato, unas normas invisibles que en realidad no existían. Ahora nuevamente tropiezo con la misma piedra, como yo muchos dueños van a perder sus inversiones y al final son los consumidores quienes se afectan, porque dejarán de tener esos productos al alcance de la mano, que, aunque caros les resuelven el problema al cubano, porque el gobierno sí que no les va a proveer de nada”.