«Todo en este país es obligatorio. Ni siquiera puedes elegir negarte al endeudamiento que tenemos el derecho a no contraer»
La Habana | Jorge Enrique Rodríguez (DDC) – Trabajadores del sector estatal confirmaron que durante la última semana fueron convocados, por directivos de sus respectivas empresas, para informarlos sobre un «adelanto salarial» con efecto el próximo día 1 de diciembre. Fecha que, se especula, sea el día cero del anunciado «reordenamiento monetario para el sistema empresarial», proceso que deberá contemplar la pospuesta unificación de moneda en el país.
Según trabajadores que participaron en estas reuniones informativas, la cifra de este adelanto asciende a 1.000 pesos por cada trabajador, con el objetivo de que puedan acceder a la compra de los productos racionados mediante la libreta de abastecimiento, cuyos precios se incrementarán considerablemente con la eliminación de todos los tipos de subsidio.
«El descuento para pagar este adelanto será del salario mensual, y las cuotas de pago serán en dependencia del aumento salarial por cada trabajador; es decir, del convenio acordado en cada caso», precisó Mae Aramburu Hernández, trabajadora del sector de Salud Pública.
«También nos explicaron que los salarios aumentarán entre el 5% y el 5,9%, en correspondencia con el salario escala mínimo de cada trabajador. Varios compañeros plantearon en la reunión que para ellos no era conveniente dicho adelanto y preguntaron si podían negarse. Aunque la respuesta no fue un no categórico, los directivos dejaron entrever que aceptar el adelanto era casi otra tarea revolucionaria más», dijo Aramburu Hernández.
Sobre el carácter supuestamente obligatorio de contraer otra deuda coincidieron trabajadores consultados en otros sectores estatales. Al igual que Nancy Valladares Estrada, catalogaron de «no fiable» ningún préstamo o adelanto por parte del Estado. Muchos de estos trabajadores no han logrado saldar las deudas consecuentes de la imposición del régimen para sustituir, maratónicamente, equipos electrodomésticos con altos consumos energéticos.
«Todo en este país es obligatorio. Ni siquiera puedes elegir negarte al endeudamiento, a una dependencia extra que tenemos derecho a no contraer por las razones que sean», cuestionó Valladares Estrada, quien funge como recaudadora en un paradero de ómnibus metropolitano.
«También en mi centro laboral varios trabajadores preguntaron si era posible la opción de no aplicar a este adelanto salarial por simple desconfianza. El problema es que estas reuniones se están celebrando solo a nivel de centros laborales, pero nada de esto ha trascendido a la prensa y por tanto, al menos yo, no me fío del secretismo. En primer lugar, porque están poniendo la carreta delante de los bueyes: nadie sabe qué y cuánto se podrá comprar con 1.000 pesos, o a cuáles servicios podré acceder. Y en segunda porque una unificación monetaria que empieza por endeudar a los trabajadores no es una buena decisión», detalló Valladares Estrada.
La reunificación monetaria, prometida por Fidel Castro desde el 2003, se decreta en el peor escenario que atraviesa el país en décadas: en medio de una pandemia global y bajo el arrecio de las sanciones económicas y financieras de EEUU contra la Isla. La severa escasez de alimentos, medicamentos y productos básicos han sido catalizadores de manifestaciones populares desde la sociedad civil.
«Un panorama social cada vez más tenso por la insistencia del Gobierno en demonizar las importaciones y pretender salir a flote con una producción nacional absolutamente deprimida y bajo una dirigencia de segunda línea ineficaz», destacó Fernando Rangel Castresana, licenciado en Ciencias Sociales.
«No se puede pretender desarrollo económico ninguno cuando se proyecta desde la ideología, ni dolarizando la economía. Mi negación de aceptar ese adelanto es porque me incomoda seguir siendo parte de un experimento interminable. Nadie sabe cuáles serán los precios reales, no los especulados o los que se rumoran; es como tirar primero el dardo y después dibujar la diana. Y por otra parte, considero que los trabajadores del Estado merecen sin duda alguna que esos 1.000 pesos sean una bonificación, no un préstamo», recalcó Rangel Castresana.
Aunque otros habaneros admitieron que el adelanto salarial es una decisión que apunta hacia la preocupación del régimen por los trabajadores estatales, a su vez reconocieron que les causa incertidumbre no tener ninguna referencia sobre hasta dónde cubren esos 1.000 pesos cuando se haga efectiva la reunificación.
«No veo mal que el Estado ofrezca este adelanto digamos que, como gesto de buena voluntad, de crear un clima de confianza que francamente se ha ido deteriorado en los últimos años», opinó María Elena Soto, trabajadora de un centro de elaboración.
«Restablecer esa relación de confianza entre pueblo y Gobierno resulta necesario, pero también es cierto, reconozco, que esa confianza tiene que estar apoyada en la transparencia de un Gobierno que, en los últimos años, llega tarde a dar las informaciones o noticias al pueblo», sugirió Soto, quien además agregó otra preocupación.
«¿A los jubilados también le darían ese mismo adelanto y la posibilidad de pagarlo mensualmente descontando de sus chequeras? Creo que este es el momento en que el Gobierno tiene oficialmente dar estas informaciones; de dejar de estar siempre a la contraofensiva. Solo de esa manera este adelanto salarial podrá ser, quizás, una señal de mejores tiempos», concluyó.