miércoles , 30 octubre 2024
Miles de integrantes del Ejército Juvenil del Trabajo trabajaban en el corte de caña y otras labores de la zafra en el oriente del país, cumpliendo su período de tres años de reclutamiento obligatorio hasta su desmovilización.

La zafra azucarera en Cuba: de la esclavitud al trabajo forzado

En Cuba, desde el comienzo de la revolución el trabajo forzado en las zafras azucareras ha sido una práctica extendida.

La Habana (Sindical Press) – Durante una manipulada rendición de cuenta de las autoridades del régimen ante la Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular para evaluar la fracasada zafra 2023-2024, trascendió el empleo del trabajo forzado durante la recién concluida campaña azucarera, al reconocerse la inclusión de reclusos cubanos para el corte de caña en algunos centrales del país.

Pero si bien resultó novedoso que el diputado de Cienfuegos, Amaury Depestre, diera a conocer el empleo de presos en la faena cañera debido a la migración de macheteros habituales y otras fuerzas del sector, no es nada nuevo que las autoridades cubanas –como método de reeducación o castigo– hayan utilizado a miles de reclusos en cada zafra realizada desde los años 60 a la fecha.

En Cuba, desde el Siglo XIX hasta la actualidad, cada contienda azucarera, aunque con pequeñas variantes, siempre ha tenido un denominador común: el empleo de mano de obra esclava traída desde el continente africano, el trabajo forzado de personas provenientes de otras naciones y la coacción o “estímulo” para los trabajadores cubanos necesitados de una bicicleta, una plancha o un colchón, entre otros premios otorgados a cambio de soltar la piel bajo el sol en un cañaveral.

Sólo en el año 1946, durante la etapa republicana y bajo el gobierno de Ramón Grau San Martín, una cláusula de garantía exigiendo el aumento proporcional de los salarios de los cañeros cubanos con los precios de los productos exportados al país desde los Estados Unidos, estimuló el avance de la siembra, cultivo, corte, alza y molienda de la gramínea a lo largo y ancho de la isla.

La cláusula, introducida por Jesús Menéndez y conocida como “Diferencial azucarero”, establecía que los norteamericanos pagaran más que un salario fijo de 3, 675 centavo-dólar por libra que cobraban los trabajadores azucareros cubanos, y se logró un aumento del 13%. Las zafras más productivas de la época republicana en Cuba se realizaros entre los años 1946-1958 del Siglo XX.

Luego llegó el desastre. El triunfo de los barbudos en 1959 con la nacionalización de los centrales azucareros, el impago a sus propietarios -que obligaron a los Estados a imponer sanciones económicas a Cuba-, y la inmediata venta y entrega de la zafra a la entonces flamante Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), trajeron el declive de la Industria Azucarera Cubana.

Ha sido tanto el retroceso, que la producción nacional de azúcar en la zafra 2022-2023, “cayó casi al nivel de las 300 000 toneladas de 1898 en plena guerra por la independencia”, aseguró el economista cubano, Elías Amor, quien también la calificó “como la peor en los últimos 125 años, incapaz de garantizar las 600 000 toneladas de la Canasta Básica normada para el pueblo”.

Trabajo forzado en las zafras cubanas

En cuanto al trabajo forzado de reclusos en las zafras cubanas desde la llegada de la revolución al poder, existen interminables testimonios personales y colectivos del empleo en la misma de prisioneros de las más de 293 centros penitenciarios diseminadas entre la cárcel El Combinado de Guantánamo, al oriente de Cuba, hasta la de Kilo 5 y Medio, en Pinar del Rio, en la zona occidental de la isla. En algo más de seis décadas, las cárceles cubanas han sido multiplicado por 20 en el país.

Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), creadas entre cañaverales de la provincia de Camagüey en los años 1965 y 1968, eran campos de trabajo forzado donde los homosexuales, desafectos al régimen, religiosos y otras minorías purgaban a golpes de mochas “su aberrada orientación sexual”, el diversionismo ideológico y las creencias religiosas, en ese orden, que los convertía en paria dentro de la nueva sociedad que construía el Castrismo en Cuba

Manuel Morales García, un recluso condenado a muerte en los años 60 por incendiar cañaverales y subir armas, alimentos y medicina a los alzados en la serranía del Escambray, y otros puntos de la geografía cubana, al conmutársele la pena capital y cambiársela por una condena de 30 años, purgó su pena junto a cientos de presos en los cañaverales del municipio de Campechuela, en Granma, donde estaba enclavada la cárcel de San Ramón, centro de mala fama por su rigor.

Alberto Álvarez (alias Ticón), quien cumplía condena por matar a un individuo en una refriega callejera, también cumplió su sanción en los años 80, al frente de una cuadrilla de presos que cortaba cañas en los poblados de Casero y Cienaguilla, así como en Canabacoa, Paquito Rosales, Repelón, Veguitas, Yara y Bartolomé Masó, entre otras localidades   del territorio granmense.

Entre los años 1980 y 1985, cientos de jóvenes reclutas del Servicio Militar Obligatorio (SMO) que cumplían diversas condenas en la “disciplinaria”, La Mercy, San Germán, también cortaban caña en campamentos ubicados en Cuba 1, Cacocum, Tacajó, Guaro. Baguano y en otras zonas cañeras que tributaban a los centrales Urbano Noris, Cristino Naranjo y Rafael Freyre, en Holguín.

Otra muestra del trabajo forzado en el corte de caña y demás labores de la zafra en esa región al oriente del país, la constituían miles de integrantes del Ejercito Juvenil del Trabajo (EJT), quienes cumplían los tres años de reclutamiento obligatorio y su desmovilización en los cortes de caña. Se harían interminables las listas de reclusos y miembros del EJT que han cortado caña en toda Cuba.

Por eso, nada mejor para ilustrar lo duro del trabajo esclavo o forzoso en una zafra azucarera cubana, que hacer una parodia del poema “Caña”, de Nicolás Guillén, bardo que, aunque nunca entró a un campo de caña, le quiso regalar la experiencia de otros al régimen que se adueñó de los cañaverales y expandió la explotación a jóvenes reclutas y personas que solicitaban irse del país.

Poema “Caña”, de Nicolás Guillén

El negro
junto al cañaveral
El yanqui
sobre el cañaveral
La tierra
bajo el cañaveral
¡Sangre que se nos va!

Poema “Coña”, de Víctor Manuel

El negro
sueña un parol
El blanco
sueña irse también
La revolución
dueña del cañaveral
Cuba
no aguanta más
El pueblo
¡que se nos va!