DIARIO DE CUBA conversa con algunos emprendedores cubanos sobre lo que implica para ellos el Decreto-Ley 46 sobre las MIPYMES.
La Habana (Antonio Rodríguez Paz | DDC) – El Decreto-Ley 46, que autoriza a los cubanos a crear micro, pequeñas y medianas empresas, fue publicado en la Gaceta Oficial Ordinaria No. 94 el 19 de agosto y ya le han llovido las críticas. La economista Rafaela Cruz considera que la impulsan «mezquinas» razones políticas. El economista Emilio Morales llega a vaticinar que esta norma será «el cierre mortal del ciclo de continuidad emprendido por Miguel Díaz-Canel».
Pero más allá de lo que opinan los especialistas, ¿qué piensan los presuntos beneficiarios de la norma, anunciada por el Gobierno tras las protestas del 11J? DIARIO DE CUBA conversa con algunos emprendedores cubanos sobre lo que implica para ellos la ley de MIPYMES.
«Se podrían hacer muchas cosas con las MIPYMES, pero seguimos dependiendo del Estado y el Estado nunca ha sido eficiente garantizando nada. ¿El mercado mayorista, dónde está? Exportar o importar a través de empresas estatales, ¿eso es negocio? Solo para el Estado», considera Gustavo, dueño de un restaurante en Holguín.
«El pollo del arroz con pollo es con qué vamos a trabajar. Muchos cambios, pero ninguno va encaminado a que podamos disponer de un mercado estable de materias primas, de productos y cosas necesarias para nuestro trabajo», agrega.
«Yo tengo cinco empleados y por eso ahora mi negocio se convierte en una microempresa. OK, eso está bueno, porque realmente nunca he sido un trabajador por cuenta propia. También debo tener algún beneficio al obtener personalidad jurídica con el cambio, pero eso está por verse todavía», concluye este emprendedor holguinero con escepticismo.
Yaniel Gutiérrez, economista vinculado a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) que también les lleva las cuentas a dueños de negocios privados, comparte sus opiniones con este medio.
«Para que funcione esto, tienen que dejar que las MIPYMES y cuentapropistas también exporten e importen directamente, y que sean ellos compitiendo entre sí y con el Estado, los que oferten los insumos para que el sector privado pueda trabajar. ¡Así, y solo así, todo estaría disponible y sobrarían las cosas!»
«Igualmente, un 35% de impuestos a las utilidades es muy alto en el contexto cubano, lo más alto debería ser un 30% y lo óptimo para estimular su crecimiento sería un 25%. Deberían también permitir negocios entre cubanos de fuera y de dentro, que los familiares fuera puedan ser socios de MIPYMES aquí, al final son cubanos también y son los que pueden capitalizar los negocios. Eso es una traba muy dañina, a mi juicio», expresa
A otros emprendedores, más multifacéticos, que cuentan con más capital para invertir, les preocupa la limitación de ser socios en más de una MIPYME. Orlando, a pesar de su edad avanzada, tiene deseos de crecer mucho más, pero «que no sea por la izquierda como hemos tenido que trabajar hasta ahora, aun teniendo licencia».
«Yo, por ejemplo, tengo un restaurante, que era muy exitoso hasta de que llegara el Covid-19, pero apenas esto pase pretendo retomar mi clientela. Y ahora automáticamente tengo que convertirme en microempresa, porque tengo varios empleados».
«Pero tengo más negocios, de otro tipo: una máquina de alquiler (auto americano), que me la trabajan dos choferes, más tres bicitaxis y dos motorinas, también con choferes tirando pasajes. Quería hacer otra microempresa de transporte, pero me dicen que la ley me lo impide. Ojalá cambien eso».
«De lo contrario tendré que buscar a alguien de confianza, pero eso siempre es un problema. Tiene que haber forma de que uno pueda tener los negocios a nombre de uno, legalmente, y que puedan funcionar. Pero en este país siempre ha sido así, lleno de trabas. Hasta cuando dicen que están quitando las trabas, ponen más trabas absurdas. Es como una maña vieja que no se les va a quitar tan fácilmente», lamenta este emprendedor decepcionado.