jueves , 28 marzo 2024

Las tribulaciones de los sistemas de pago

De resolución en resolución, el gobierno cubano continúa con su desatino económico, mientras los trabajadores continúan sumidos en la pobreza

LA HABANA, Cuba | Cuba Sindical Press – A partir del primer congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado en 1975, que estableció el sistema de distribución “de cada cual según su capacidad, y a cada cual según su trabajo”, los gobernantes de la isla se dieron a la tarea de concebir un sistema que vinculase el pago del salario con los resultados de la producción.

Después de muchos intentos en ese sentido, la mayoría de ellos sin alcanzar los objetivos propuestos, el 23 de abril de 2014 el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) emitió la Resolución no.17, que fijó la forma de pago por rendimiento, en sus modalidades de a destajo y por resultados.

Se pensó que dicha Resolución, creada en el contexto de la denominada “actualización del modelo económico” por parte del gobernante Raúl Castro, iba a resolver todos los desajustes que se acumulaban en la política salarial del país.

Sin embargo, casi desde el mismo momento de su puesta en práctica, la referida Resolución ocasionó más disgustos que satisfacciones. En primer término, la elección y el cálculo de los indicadores formadores del estímulo salarial –es decir, la parte del ingreso que excede el salario básico– se tornaron sumamente complicados, y pronto constituyeron un dolor de cabeza para los dirigentes administrativos y sindicales.

En ocasiones, la aplicación de la Resolución no.17 arrojaba un saldo contraproducente: los ingresos de los trabajadores indirectos (jefes, técnicos y otros empleados administrativos) crecían más que lo devengado por los obreros directamente vinculados con el proceso productivo o la prestación de servicios, con el lógico descontento de estos últimos.

Otra secuela infeliz de la Resolución no.17 afectaba a las Unidades Empresariales de Base (UEB), que trabajan subordinadas a una empresa. Pues bien, ese cuerpo legal establecía que, aunque una UEB cumpliera todos los requisitos para formar el estímulo salarial, no podría acceder a él si su nivel superior –la empresa– resultaba incumplidora.

Tantas insatisfacciones llevaron al MTSS a desechar la Resolución no.17, y emitir en su lugar la Resolución no.6, con fecha 1ro de abril de 2016. Se dijo que esta nueva directiva, entre otras modificaciones, permitiría que las UEB formaran el estímulo salarial con independencia de la gestión de la empresa.

A casi un año de su nacimiento, la Resolución no.6 no ha estado exenta de problemas e inconformidades por parte de muchos colectivos laborales y hasta de los niveles centrales de la economía.

Las afectaciones principales han seguido ocurriendo en las UEB, ese eslabón primario del sistema empresarial cubano. Sucede que, en ocasiones, las empresas alteran los planes asignados a sus subordinadas UEB –generalmente exigiéndoles más–, y cuando estas últimas no pueden cumplir esos nuevos planes, y además se deterioran los indicadores directivos que según la Resolución son de obligatorio cumplimiento, ya no están autorizadas a formar el estímulo salarial, y en consecuencia los trabajadores ven disminuidos sus ingresos.

La referida Resolución no.6 ha propiciado también, y en no pocos casos, pagos sin respaldo productivo, lo que a la postre podría desencadenar un proceso inflacionario (aumento de los precios) que se añadiría a la actual carestía de la vida, y que perjudicaría igualmente, y en primer término, a los trabajadores.

Como colofón podríamos añadir las nefastas secuelas que quedan cuando un trabajador cumple con su labor y, como consecuencia de mecanismos burocráticos o incumplimientos de otros, no ve incrementados sus ingresos. Entonces sobreviene la apatía, la fluctuación de la fuerza de trabajo calificada, la desmotivación de profesionales y técnicos para ascender a puestos de dirección, así como la apropiación de recursos estatales con tal de resolver apremiantes problemas personales.

En fin, que se aleja cada día más el famoso “sentido de pertenencia” que el castrismo se esfuerza por insertar en los trabajadores cubanos.