martes , 19 marzo 2024
Cubanos hacen cola para comprar comida en La Habana, marzo 2021. (AFP)

Los trágicos efectos de la terapia de choque socialista

El pueblo enfrenta un redoblado impacto de la miseria: dramáticas alzas de precios, merma sustancial del poder adquisitivo y desempleo

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – A tres meses de la reforma económica diseñada por los gerifaltes del partido único, el fracaso es un hecho que no admite cuestionamientos.

No hay avances, más allá de las páginas de los periódicos y los noticiarios con sus habituales cantos de sirena.

El pueblo que cosecharía los promocionados éxitos de transformaciones, según sus principales animadores, determinadas a romper los ciclos de ineficiencia e improductividad que asolan a la industrias nacionales, enfrenta un redoblado impacto de la miseria, en forma de dramáticas alzas de precios, merma sustancial del poder adquisitivo, desempleo y un mayor deterioro de los servicios, entre ellos, los concernientes a dos ámbitos de los cuales aún se proyecta una falsa relevancia: la salud pública y la educación.

Recientemente, el economista Pedro Monreal, asentado en París, le puso cifras al desastre de la iniciativa que pretendía darle al socialismo criollo algún margen de sustentabilidad de caras al agotamiento de las políticas que establecen la supremacía del monopolio estatal sobre los medios de producción.

Con sus lapidarias alusiones, la llamada Tarea Ordenamiento, el término que identifica a este amago de racionalidad, quedó descartada como la vía para salir del sempiterno empantanamiento.

Conocer que el costo de este plan reformador asciende a 812 millones de pesos por encima del presupuesto del Estado, según el referido especialista, sin que se atisben mejoras en el nivel de vida de la inmensa mayoría de la población ni en el presente ni el futuro mediato, devela el verdadero cariz de un proyecto con enormes deficiencias conceptuales y lastrado de los sesgos ideológicos que mantienen el veto a la implementación de reformas vinculadas a la economía de mercado. Desafortunadamente, la diversificación y el respaldo legal de los diversos tipos de propiedad –como parte de un cronograma signado por el pragmatismo y un lógico encadenamiento de decisiones que transciendan el marco de las consignas patrióticas y la ramplonería del triunfalismo– permanece fuera de las probabilidades.

Otro dato que confirma la incapacidad gubernamental en su afán por superar la crisis socioeconómica que afecta al país desde hace décadas y usualmente atenuada con recursos aportados desde el exterior, es que desde que entraron el vigor las medidas en cuestión un total de 158 empresas estatales del sector agropecuario manifiestan pérdidas. Eso representa el 44% de las 358 entidades de ese importante rubro de la economía nacional.

En peor situación se encuentran las cooperativas, donde el 88% expresan un desempeño negativo.

Tales son las cartas sobre el tablero del castrismo, lo que indica la continuidad de los problemas existenciales durante lo que resta del año en curso.

De acuerdo a los puntos de vista del cubano promedio, son pocos los que confían en la disminución de los avatares cotidianos, agudizados por el impacto del coronavirus.

En el venidero 8vo congreso del Partido, se perfila una ratificación del canon totalitario y por ende la permanencia de los códigos del inmovilismo, salpicados con algunas variaciones seudo-reformistas.

Ante la obvia intensificación del empobrecimiento y la marginalidad a instancias de las superfluas enmiendas al sistema económico, queda la represión como elemento para atajar cualquier acto de rebeldía. Una reacción natural de quienes se erigieron dueños absolutos de la Isla.

¡Pobre, Cuba!

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