jueves , 21 noviembre 2024

MIPYMES en Cuba: Sociolismo o muerte

El miedo que sienten ahora los emprendedores verdaderamente privados debería alertarles para entender que el plan es que no sobrevivan.

La Habana (Rafaela Cruz / DDC) – A finales del mes pasado el pánico cundió entre los pequeños empresarios cubanos porque el Gobierno comenzó a topar precios. Aunque de momento solo se conocen las normativas publicadas por la Asamblea del Poder Popular en Guantánamo y una disposición similar para Villa Clara que circula en redes, se teme estar ante el inicio de una política esperada, por cómo la prensa oficialista y los jerarcas del Gobierno vienen estigmatizando el «problema» de las MIPYMES, inoculando animadversión contra estos establecimientos que son los que hoy abastecen aquello que bodegas, tiendas en moneda nacional, antiguas tiendas en CUC y actuales tiendas en MLC ya no venden.

Miles de emprendedores, que aprovechando las nuevas leyes abrieron timbiriches para revender comida, aseo y ropa importada, temen esté apagándose el soplo de libertad de mercado que refrescó la Isla hace dos años, cuando se legalizaron las micro, pequeñas y medianas empresas no estatales.

Y es que es sabido que el régimen no quiere privados, sino enchufados, una burguesía cleptocrática similar a los oligarcas rusos, que sea su cómplice para burlar lo que queda de embargo, para presentar internacionalmente una cara más tolerante de la dictadura, y para desviar la atención sobre una inflación de la cual el pueblo ya culpa más a los particulares que al Estado.

Pero, para que esa farsa de «sector privado» funcionara, no podía el Gobierno escoger a dedo a los empresarios, sino que hubo de implementar leyes y aprobar, aparte de a los suyos, a miles de aventureros —hay que serlo para invertir en Cuba— que intentan prosperar aun cuando el Estado tiene el claro y firme propósito de ir eliminándolos paulatinamente.

A finales de 2022 el castrismo avanzó en ese plan de acoso y derribo de los empresarios verdaderamente privados cuando, sin ningún tipo de justificación económica, eliminó el único beneficio fiscal —condonación tributaria de un año— que disfrutaban las MIPYMES, y además —y peor— les restringió el objeto social, obligándolas a una actividad principal y algunas subsidiarias muy vinculadas, mientras las empresas aprobadas anteriormente —la mayoría de enchufados— disfrutan de patentes con un amplísimo espectro de actividades comerciales.

Recrudecer ahora la política estatal de precios, sería un segundo paso en esta poda de MIPYMES independientes pues, gracias a varios mecanismos que el Estado ha implementado para aupar a los enchufados, serán los privados quienes sufran más cualquier tope al importe de las ventas.

El primer y quizás más importante de estos mecanismos es el gubernamentalmente restringido acceso al mercado internacional, creando un monopolio mayorista con precios muy inelásticos en manos de MIPYMES enchufadas. En contraposición, los miles de minoristas —estos principalmente emprendedores privados— tienen sus precios expuestos al público, que cree que son tan altos, comparados con los salarios, debido a abuso especulativo, sin conocer lo caro que estas MIPYMES tienen que abastecerse del monopolio de importadoras mayoristas enchufadas.

Es ese sector minorista el que sufrirá los topes de precios, mientras el mayorista, en manos de enchufados, por no vender directamente al público se verá mucho menos afectado, e incluso a la larga beneficiado si extiende su negocio a la venta al detalle, allí donde los topes de precios hayan quebrado a los verdaderos emprendedores.

Por otro lado, aunque el tipo de cambio está congelado en 120 pesos por dólar, en la calle el dólar se cotiza sobre los 200 pesos, provocando esto que los costos de productos importados para MIPYMES privadas sean, de entrada, más de un 40% superior al de las MIPYMES enchufadas, muchas de las cuales gozan de un subsidio encubierto por el mecanismo centralizado de asignación de divisas, que les proporciona dólares por debajo incluso del valor oficial.

Además, mientras para los enchufados los costos financieros son predecibles, los particulares deben calcular no solo lo que cuesta el dólar cuando invierten, sino cuánto costará cuando semanas o meses después logren vender su producto y deban comprar divisas en la calle para reaprovisionar el negocio.

Esa depreciación monetaria transcurrida entre la realización del costo y la del ingreso es un riesgo que los enchufados no sufren, por lo que no tienen que repercutirlo en sus precios de venta; así que, vendiendo al mismo precio que los privados, ganan más y, por lo tanto, soportan mejor un tope de precios por tener costes financieros subsidiados y predecibles.

Para colmo, los inspectores —hasta ahora único mecanismo de control de precios a las MIPYMES— multan con varios miles de pesos cuando consideran que existen precios excesivos con respecto a unos costes que calculan tomando el dólar al tipo de cambio oficial de 120 pesos, y teniendo como referencia el valor de la mercancía o una similar en las tiendas MLC, aun conociéndose que el mercado cambiario legal no cubre las necesidades de divisas de las MIPYMES privadas, y que estas poco compran en tiendas MLC y sí mucho a las MIPYMES importadoras mayoristas.

Para comprender mejor todo esto debe entenderse que nunca fue plan del castrismo permitir solo MIPYMES enchufadas, sino que le es conveniente que miles de cubanos emprendiendo den credibilidad al cambio fraude, atraigan inversión y descubran nichos de mercado de los que luego puedan apropiarse los enchufados. El plan verdadero es que surjan miles de MIPYMES y, poco a poco, mediante subterfugios que amañen la competencia, las enchufadas vayan apoderándose del mercado, capitalizando los negocios gordos y dejando la morralla para el pueblo.

Además, es muy importante para el castrismo que el sector privado absorba ahora parte del descontento social por una inflación que, con toda mala intención, genera el Gobierno para hacer «rentables» a las empresas estatales socialistas y ricas a las MIPYMES enchufadas.

Así que, ese miedo que comenzaron a sentir los emprendedores verdaderamente privados a finales del mes pasado, debería servirles de aviso para entender que están bailando en casa del trompo y salir, cuanto antes, de esta finca donde «socialismo o muerte» no es solo una metáfora de mal gusto.