jueves , 26 diciembre 2024

Nancy Alfaya: una guerrera cubana de la fe

“Muchos en nuestra sociedad no están preparados o no quieren enfrentar la verdad y ponerse del lado de la justicia”

Verónica Vega | HT – Conocerla es una experiencia fuera de lo común.  Desde el primer momento te impacta el poder que irradia. Una mezcla de seguridad y encanto, combinada con un entusiasmo arrollador. Es una de esas mujeres que me gustaría ver en los libros de Historia de Cuba.

Fue fundadora de las Damas de Blanco y es miembro del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR), también promotora cultural del Club de Escritores y Artistas de Cuba, que difunde el trabajo de los escritores independientes censurados, dentro y fuera de la Isla.

Su proyecto “Mujer No Dejes Tu Lugar”, busca que mujeres desfavorecidas socialmente “aprendan a valorarse, conozcan sus derechos, dones y talentos para poder romper las cadenas de temor y desánimo que las mantienen sin sueños ni esperanzas”.

HT: ¿Cómo surgió la idea de fundar un proyecto a favor de las mujeres?

Nancy Alfaya: En 2012, después de salir de la iglesia Liga Evangélica de Cuba, de la cual fui miembro por nueve años, ya estaba en mi corazón hacer algo por las mujeres y las familias de mi comunidad. Había recibido estudios en magisterio y teología, fui maestra de células y fungía como conferencista en eventos femeninos y en la congregación. Las dinámicas de grupo en Mujer No Dejes Tu Lugar, consistían en la restauración espiritual, levantando la autoestima y valores para el empoderamiento personal, familiar, social, a través de la palabra de Dios.

HT: ¿Cuál fue la reacción de la comunidad?

Muy positiva. Las mujeres traían a otras que enfrentaban diversos problemas y necesitaban ser escuchadas y también recibir palabras de ánimo, fe y herramientas que las ayudaran a reencontrarse con ellas mismas.

HT: ¿Por quiénes, y con qué argumentos fue interrumpido el proyecto?

NA: Tuve una fuerte oposición por parte de los pastores de la iglesia a la que pertenecía. Ellos argumentaban que yo era rebelde y estaba en desobediencia por no tener cobertura pastoral, que enseñaba una falsa doctrina y no me sujetaba a las autoridades puestas por Dios. También supe que cuestionaban mi actitud de ser fundadora de las Damas de Blanco y defensora de los derechos humanos.

Eso no era secreto para nadie, pero algunas mujeres dejaron de asistir. La casa donde nos reuníamos fue visitada varias veces por funcionarios del Gobierno y el Partido, quienes amenazaron a la propietaria con multarla y hasta llevarla a la cárcel si continuaban los encuentros sin un permiso legal. Esto hizo que se interrumpieran las actividades. Es sabido que el Estado rechaza la legalización de los proyectos que no estén bajo su control.

HT: ¿Por qué las interesadas no lo defendieron?

NA: Es algo que me duele decir, pero la única respuesta es miedo. Muchas personas en nuestra sociedad no están preparadas o no quieren enfrentar la verdad y ponerse del lado de la justicia. La doble moral y el silencio se han convertido en plataformas de supervivencia.

HT: En tu experiencia, hay discriminación en Cuba (¿racial, de género, o cualquier otra?)

NA: Aunque el artículo 42 de la Constitución prohíbe la discriminación por motivo de raza y color de la piel, eso no ha sido una garantía de igualdad socioeconómica. Uno de los principales factores de la problemática es el no reconocimiento del problema por parte del Estado, a pesar de que existen leyes internacionales que protegen todas las formas de segregación.

La mujer negra no se ve representada en los diferentes mercados emergentes de la economía cubana. Se le califica muchas veces de vulgar, violenta, incapaz. Tampoco se publican informaciones y datos estadísticos completos. Invito a leer el informe “Negación, Exclusión y Represión”, presentado por el Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR) en una audiencia temática de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La violencia de género también forma parte del patrón discriminatorio. Ese fenómeno es un freno al desarrollo de la mujer. Las víctimas de violencia doméstica no tienen garantías de protección por parte de la policía. Al presentar una denuncia no se hace el debido proceso.

Muchos casos son desestimados con el argumento de que es un problema personal que debe arreglarse entre la pareja y la mujer queda a merced de su victimario. En el Código Penal no está tipificada la violencia doméstica y el Estado no dispone de lugares para el refugio de las víctimas, lo cual da pie a la proliferación de feminicidios.

HT: ¿Cómo podemos organizarnos para cambiar esa situación?

NA: Tenemos que unir fuerzas para crear sensibilidad y conciencia sobre esos temas en todo el país. Hay que hacer alianzas entre las diferentes organizaciones de la sociedad civil, y desde cada plataforma confrontar esta realidad, llevarla a debates públicos, denunciar los casos agotando los recursos internos y visibilizarlos por todas las vías posibles. Otra estrategia es la incidencia social. Ese trabajo de monitoreo nos permite hacer un informe sombra para denunciar esas violaciones en las diferentes instancias internacionales.

HT: ¿Es posible ejercer algún liderazgo en Cuba? No me refiero al hecho de generar proyectos con impacto social, sino de hacerlos sustentables

NA: Pienso que el liderazgo es algo que nace con la persona y nadie puede frenarlo, aunque tengamos como oponente al Gobierno. En Cuba ha tenido altas y bajas, pero a pesar de las represalias, la mayoría de los líderes permanecen y se multiplican. Es cierto que impiden legalizar nuestros proyectos, sabotean nuestras actividades con detenciones, nos vigilan, y en algunos casos, hay que enfrentar encarcelamientos, multas, maltratos físicos, psicológicos y represalias hasta con nuestros familiares. A pesar de todo eso, podemos decir que los proyectos subsisten y la mayor prueba es que perseveran en esta lucha tan desigual y desgastante.

HT: ¿Ha sido determinante para tu vida el ser la esposa de un periodista independiente?

NA: Por supuesto. Doy gracias a Dios por poner en mi camino a Jorge Olivera. Por él supe, en 1997, que existían opositores al régimen. A partir de ese año mi vida cambió para bien. Primeramente, porque el amor llegó a mi vida para quedarse, y segundo, porque conocí la verdadera libertad que consiste en luchar por mis derechos y por mi país.

HT: ¿Cómo fue el inicio de las Damas de Blanco?

NA: Cuando en 2003 fueron encarcelados injustamente 75 opositores pacíficos, y sentenciados a largas condenas en juicios sumarios, sus madres, esposas, hermanas e hijas, decidieron luchar por ellos, ser sus voces, hasta lograr su libertad al precio que fuera necesario.

El primer paso fue conocernos y comenzar a asistir cada domingo a la Iglesia de Santa Rita, en Miramar. A la salida, marchábamos por la 5ta avenida. Era una protesta pacífica, las vestiduras blancas constituían una señal de justicia y paz, junto con el gladiolo que llevábamos en la mano.

Pedíamos la liberación inmediata de nuestros familiares y revelábamos los maltratos, violaciones y las precarias condiciones en que se encontraban confinados.  Las acciones no se limitaron a la marcha por la 5ta avenida, también se realizaban protestas en diferentes iglesias de La Habana y de todo el país. Fue la primera organización contestataria que logró tomar las calles.

HT: Para un poder político que ha dado claros indicios de machismo, debe representar un reto enfrentarla oposición de mujeres…

NA: El poder imperante no ha mostrado consentimiento alguno frente a los que lo cuestionan. Las mujeres tampoco hemos escapado a eso. Una muestra lo son las altas cifras de mujeres encarceladas: María Elena Cruz Varela, Martha Beatriz Roque, (la única mujer incluida en el grupo de los 75), Laura Pollán…

La presencia femenina ha sido de vital importancia, más allá de los patrones machistas y patriarcales que subsisten. El empoderamiento es un camino que se viene labrando y que sin dudas llegará a buen puerto a partir de las actitudes de decenas de mujeres frente al poder.

HT: ¿Crees que es posible una regeneración del entramado social cubano a partir de la religión?

NA: Creo que sí, ya que la iglesia ha jugado un papel importante en todos los procesos de transición. La restauración espiritual es básica para construir valores morales, éticos y cívicos. Una de las prioridades de los sistemas totalitarios consiste en abolir la libertad de religión, porque saben que la fortaleza espiritual no se doblega fácilmente.

HT: Eres una mujer de un optimismo prodigioso. ¿Cómo lo aplicas a la realidad contradictoria y desalentadora de Cuba?

NA: La mente es nuestro mayor aliado o nuestro mayor enemigo. Nosotros decidimos cuales son nuestros pensamientos y cada día me dispongo a tener una mente positiva, de fe, reconociendo que en todas las batallas están las adversidades, las contradicciones, el abatimiento. Te digo que los traidores nunca faltan, pero su presencia me hace más fuerte. En su tiempo esa mezquindad se convierte en brechas de oportunidades para alcanzar nuestro propósito. La paciencia es otra arma espiritual que necesitamos. Dice el libro de Eclesiastés, que “todo tiene su tiempo” y “todo tiene su hora debajo del sol”.