viernes , 25 octubre 2024

Nefasto y el Prepucio de la revolución cubana

La escasez no es más que la expresión del humanismo y el amor por el pueblo de nuestros nobles represores.

La Habana (Nefasto / Sindical Press) – Los cubanos no acaban de interiorizar que, si pasan hambre, no tienen la atención médica requerida, el transporte es insuficiente para ir de un lugar a otro y el salario promedio no les alcanza ni para terminar un día, en vez de disgustarse y empezar a recordar con “cariño” a la madre de Raúl, Murillo y Díaz-Canel en medio de una riña para comprar el pan, debe calmar su ira y comprender que todo esto es por su bien.

Es decir que, aunque sus denuncias, quejas y perretas son reales y tienen fundamento, debían convencerse que las causas no son la ineptitud, la desidia o la hijeputá de la gerontocracia militar que gobierna el país tras las bambalinas del teatro comunista, ni por los niveles de corrupción de sus saltimbanquis, malabaristas payasos y tarugos de la continuidad castrista, defensores de la cuerda floja y el ilusionismo en toda la isla.

El problema de fondo de la escasez y las demás necesidades en Cuba no es más que parte del humanismo y el amor hacia el pueblo que muestran estos nobles represores. En su infinita bondad, y para bien de las masas y los huesos de la población, diseñaron el Plan de Rehabilitación Emergente y Profesional Útil para Corregir la Inclinaciones hacia el capitalismo y la Ociosidad (PREPUCIO) de la mayoría de los cubanos.

El Plan Prepucio de la revolución contempla, además, combatir la gula, el sedentarismo y la obesidad que muestra gran parte de la sociedad y que sin lugar a dudas los conduce al despelote alimenticio, la pereza política y un incontrolable cosquilleo en el culo para viajar, no ya de Perico a Limonar, entre Bollo Manso y Remeneo o de Muela quieta a Perro flaco, sino más allá de las fronteras de Cuba, y eso hay que impedirlo.

No porque las autoridades quieran que los cubanos no coman lo justo, realicen trabajos forzosos, se pongan más flacos que faquires de circos en ayuna o no viajen a visitar un pariente moribundo ni a traer pacotillas, medicamentos, el pito de un camión o la rueda de una ambulancia o de una bicicleta. Eso nunca, amados compatriotas. Esos viejos en el poder, entre balbuceos, temblores y cagantinas están abierto al cambio, aunque nadie lo crea: cambiar médicos por dólares y euros, mientras ellos dan brillo a sus charreteras.

Ese es su hobby, hermanos. O cuando más, tomarse un traguito en un yate de recreo, pellizcar alguna langosta, acariciar un pernilito de puerco, salir de tiendas con sus esposas por Madrid o Londres y tal vez un antojito inocente de conducir un Tesla o un Mercedes por las calles oscuras que ellos consideran su hacienda. Pero todo por el bien de todos. Asumiendo altos riesgos para que el pueblo no se contamine de ese bendito mal que ustedes, desde su histórica, inocente y sana miseria, consideran bienestar y opulencia.

Ustedes, los criticones del régimen cubano, malagradecidos como siempre, no saben, no quieren conocer, se hacen los chivos con tonteras o en realidad ignoran de lo que son capaces nuestras máximas autoridades a cambio de la tranquilidad ciudadana, una alimentación nutritiva e inocua y un bienestar general que ya quisieran los parisinos, madrileños y londinenses, entre otros pordioseros del mundo, para un día de fiesta.

Para ilustrar las grandes diferencias éticas, morales y humanistas entre los gobernantes de aquellas mendigantes y olvidadas sociedades y nuestros mandatarios, les pondré sólo algunos ejemplos que iluminan con creces, toda la dedicación y sacrificio –incluso de su salud y sus vidas– de quienes hoy defienden con vocación de garrapata aferrada al rabo de un perro el poder de decir que es bueno o malo para los cubanos

Alguno de los que dicen en las redes sociales que “en Cuba no hay ni con qué amarrar la chiva, cuando antes en la época republicana lo hacían con longanizas y no se las comían”, ¿conocen del sacrificio que hace a diario el Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) para que la población cubana se mantenga alejada de las enfermedades que aquejan y hasta matan a la ciudadanía de países capitalistas?

Seguro que no, sediciosos amigos, lenguas de trapo y chismosos de salón que odian las virtudes de nuestro socialismo y sus líderes. Ulisito, como le decimos los íntimos, es ese funcionario excepcional lamebotas, capaz de donar su camisa para que hagan una carpa donde quepan, cómodamente, 2.500 niños sin hogar y 1.800 amiguitos más..

Pero esta conmovedora bondad no se queda en ayudar a los niños, pues antes tuvo que alcanzar la corpulencia de un hipopótamo y eso también requiere de entrega, esparcir sus salivazos elogiosos y babeantes por varios uniformes verde olivos y sacar de circulación cuanto alimento pueda ser perjudicial para la salud o la supervivencia de una especie en peligro de extinción –al menos dentro del país– como la cubana.

Un hombre capaz de comerse un desayuno de ocho huevos revueltos, saborear una tortilla de cuatro en el almuerzo y tragarse una ensalada de diez en la cena con tal de que la población no contraiga hepatitis, les suba el colesterol o se le ponga la piel de gallina, es digno de alabar, cuando lo que hace es para que cada cubano sólo consuma cinco a lo largo de un mes, si aparecen, para que puedan mantenerse a salvo y saludables.

Además, es de los que más habla en las reuniones del Buró político del partido con miras a que se mantengan inamovibles los salarios de los cubanos, por el riesgo que implica que cualquier ciudadano pueda adquirir un cartón de huevos en 3300 pesos, con lo que eso significa para la salud de la empleomanía, ya que, como asegura, “donde caiga herido un trabajador víctima de una hepatitis o una disentería, él caería muerto”.

Continuará.