En lo adelante, una buena parte del “sector privado” será obligado a desaparecer o a reducirse a su mínima expresión
LA HABANA, Cuba | Ernesto Pérez Chang (CN) – En sus más de 30 años de trabajo en la oficina de Recursos Humanos de una empresa del Ministerio de la Industria Ligera, mi vecino Adolfo alcanzó a ahorrar unos 20.000 pesos cubanos después de mucha paciencia, sacrificios y esfuerzos y, según afirma, con la perspectiva de asegurarse una “jubilación decorosa”.
No soñaba con viajes de vacaciones al extranjero ni con mimos o “excesos”, sino apenas con no depender de una pensión que en un país como Cuba, donde los comercios están vacíos y lo más básico hay que salir a “lucharlo” a sobreprecio en el mercado negro, no alcanza ni para los tres primeros días del mes.
“No quería terminar como los jubilados que uno ve por ahí, vendiendo jabitas (bolsas de nailon) en los portales, o pidiendo un peso a mi hijo para un refresco; no quería ser una carga para nadie y ya ves lo que pasará”, se lamenta Adolfo, quien a partir de enero de 2021 será víctima de un despiadado atraco, al igual que todo quien, como él, haya confiado en los bancos de la Isla y la “buena fe” del Partido Comunista.
Aunque los voceros del régimen insistan en vender el “reordenamiento” como una mejoría, un paso de avance, en tanto el monto de los salarios y pensiones se eleva considerablemente, la realidad es que trae consigo el alza brutal de los impuestos y los precios, una oleada de despidos y, lo que más tiene desvelado a quienes creían más o menos asegurada la vejez, el drenaje instantáneo de las cuentas de ahorro.
De acuerdo con los nuevos precios de los productos en la red de comercio estatal, tanto de los “normados”, los “regulados” como de los “liberados”, los 20.000 pesos ahorrados durante más de tres décadas por mi vecino —la mayor parte deducida de un salario mensual que jamás superó los 700 pesos (unos 28 dólares al cambio oficial actual)— se evaporarán en apenas tres o cuatro meses, un periodo que incluso pudiera reducirse a apenas un mes o unas pocas semanas si Adolfo decidiera trocar su “moneda nacional” por dólares estadounidenses en un mercado negro donde el canje ya supera los 40 CUP por unidad (se espera que para los primeros meses de 2021 remonte sobre los 50, incluso más allá, teniendo en cuenta, en el contexto de la dolarización de la economía, que habrá más pesos cubanos en circulación y, por tanto, mayor demanda de unos billetes verdes difíciles de obtener).
Productos y servicios que aún por estos días es posible adquirir en CUC o en CUP, pasarán a ser vendidos exclusivamente en dólares o “MLC” cuando en breve sean implementadas las “medidas” de la “Tarea Ordenamiento”, de modo que alojarse en un hotel, adquirir un paquete turístico, comprar un pasaje aéreo para viajar al exterior, incluso solicitar determinadas atenciones y medicamentos en las llamadas farmacias y clínicas “internacionales” —donde único es posible hallarlos con calidad y urgencia— demandará el uso de “tarjetas en MLC”, de igual modo que hace apenas un par de meses la renta de autos para el turismo en todas las agencias estatales eliminaron el pago en efectivo y en cualquier otra moneda que sea “libremente convertible”.
Un “pequeño paso” en el turismo que pronto se traducirá en un modelo a seguir en este y otros sectores de la economía.
Y si, por una parte, las empresas estatales se alistan con todas las leyes a su favor para una carrera a fondo por el dólar, por la otra, una buena parte del llamado “sector privado” estaría siendo obligado a desaparecer o a reducirse a su mínima expresión, a raíz de las mismas “nuevas disposiciones”.
Mientras el régimen y las entidades estatales están siendo autorizadas a elevar los precios de sus productos multiplicando los actuales hasta por más de cinco veces, los “cuentapropistas” han sido limitados a hacerlo hasta solo tres veces sobre el valor actual. Sumando además a esos “nuevos precios” los “desprecios” y perjuicios de una situación sanitaria que el régimen ha aprovechado para apropiarse del terreno ganado en años anteriores por el emprendimiento individual, al menos en dos cuestiones fundamentales: transportación y alojamiento de turistas.
“Si le alquilo a un extranjero y resulta que tiene coronavirus, tengo que cerrar, y es otro mes perdido, pero si a un hotel (estatal) llega un extranjero enfermo no pasa nada, desinfectan y la vida sigue igual. Siempre tienen la ventaja”, responde un arrendador privado a mi pregunta sobre tales disparidades.
“No puedo recoger turistas en el aeropuerto. Eso no es de ahora. Ya desde el año pasado es así. Los privados no podemos hacer servicio de taxi en los aeropuertos, solo los estatales y los choferes que están asociados a Cubataxi. Si por casualidad le alquilo a un extranjero y está infectado, me ponen una multa por propagación de epidemias”, así nos explica un chofer particular su situación de desventaja y la competencia desleal del gobierno.
Pero otros factores derivados de las nuevas medidas, como las tarifas eléctricas y los precios minoristas y mayoristas, así como el acceso a los productos, tornan aún más incierto el futuro inmediato para los emprendedores independientes.
“Si la electricidad me la van a cobrar cinco veces más cara, y el agua, el gas, los impuestos suben, el peso se devalúa y el dólar se dispara, entonces ¿cómo pueden obligarme a mantener los mismos precios? Lo que quieren es que uno se arruine o que se rinda, no hay otra explicación”, apunta un amigo, dueño de un restaurante.
“Vamos a tener que cerrar. Lo que nos queda es vender (el negocio) y pirarnos (emigrar). Nos han puesto más condiciones que a ningún descarado español (empresario extranjero) con sus hoteles”, comenta vía Internet el dueño de un negocio de renta de habitaciones, que al igual que la mayoría en el gremio, lleva meses sin ingresar dinero por la situación de la pandemia. Y agrega:
“Lo poco que nos quedó ahorrado ahora se irá definitivamente. Nunca van a cambiar las cuentas en CUC por dólares, te las van a congelar quién sabe hasta cuándo si no quieres cogerles la moneda nacional. ¿Qué hago yo con moneda nacional? ¿Qué hago si toda la bebida que vendo tengo que comprarla en dólares, si la comida solo la encuentras en dólares?”.
Aunque están los que no reaccionan porque aún no se recuperan del shock provocado por los más recientes anuncios, y hasta los que guardan esperanzas de que el régimen les deje usar sus pesos cubanos más allá de la bodega y el agromercado del barrio, la verdad cruda es que 2021 comenzará con nuevos precios pero con los mismos desprecios de toda la vida por el ciudadano cubano. La incertidumbre crece pero igual la certeza de que nos han timado a muchos y de que alguien se ha marchado, aprovechando la oscuridad del momento y a hurtadillas, con nuestro dinero sudado a cuestas.