martes , 19 marzo 2024

Oferta y demanda: en el pico del aura

El tope de precios ha afectado el transporte privado, agromercados particulares y provocará el cierre de cafeterías y restaurantes privados

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Los que aún apuestan por el cumplimiento de los compromisos adquiridos por las autoridades cubanas, vuelven a tropezar con la misma piedra y otra vez sus sueños se les ponen en el pico del aura. La tan cacareada oferta y demanda que regiría la comercialización en los agromercados particulares, cafeterías, paladares y el transporte privado, sufre un nuevo frenazo gubernamental.

Este sistema de precios, ajustado de acuerdo al desastre de una economía destrozada y al estéril intento de potenciar una eficiencia y productividad que permitan abaratar los costos de productos en las ofertas y los servicios que se les brindan a la población, comienza a hacer agua, como siempre, por causa de Juana o de su hermana, es decir, los constantes fracasos de la revolución.

Cuando se incumple con lo acordado entre las autoridades cubanas y el sector privado, la causa puede ser “la tensa situación por la que atraviesa el país” –desde hace sesenta años–, el bloqueo norteamericano, la inestabilidad económica mundial, el paso de un tornado por la isla, un chin-chin en Aruba y Curazao, una tormenta de nieve en Alaska o un deslave de tierra en el Caguán.

El asunto es que nunca es por la incapacidad del Estado para solventar los problemas generados por su mala administración, el obsoleto diseño de la economía, las carencias financieras y la falta de voluntad política para liberar el mercado y los diversos factores que lo integran y que  traerían la prosperidad individual y el desarrollo colectivo al país, como han demostrado los trabajadores por cuenta propia, pese a las trabas, objeciones, recortes y retrocesos que los acosan en su labor.

Ahora mismo, y según Radio Guamá de Pinar del Río, el Consejo de la Administración Provincial, de conjunto con el Grupo Empresarial del Transporte en ese territorio occidental de Cuba, decidió topar los precios que, bajo la Ley de la oferta y la demanda, aplicaban los transportistas privados previa autorización estatal, por razones como la escasez y el precio del combustible, la falta de piezas de repuestos, gomas y otros elementos que llevaron al transporte a su mínima expresión.

El considerable recorte en el precio de los viajes entre Pinar del Río y Sandino, Pinar y Cortez, San Juan y Martínez y la cabecera provincial; Viñales y La Palma, y toda la trayectoria entre las diversas rutas del territorio vueltabajero, ha vuelto a poner en crisis la transportación dada la imposibilidad del Estado de mover con su reducido y deteriorado parque automotor los miles de viajeros que lo  necesitan.

También se conoció, en esta ocasión a través de Cubanet, que algunos restaurantes privados de La Habana Vieja, en esta capital, se han visto obligados a topar los precios de sus ofertas, algo que, sumado a los elevados impuestos, la carencia de insumos y el considerable bajón de los visitantes extranjeros, les hará quebrar o cerrar los negocios, cuando menos. Esto hará descender una tasa de empleo creciente en este sector, pujante pese a estar sometido a un control extremo.

Pero si bien ningún trabajador con un salario promedio y menos con una pensión puede saborear las ofertas de estos establecimientos particulares, el pueblo se pregunta cuándo el Estado topará los precios de la mercadería que ofrece en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) o ahora en los productos normados que alcanzan la categoría de los que se adquieren en la bolsa negra.

Diversas opiniones recogidas por Cuba Sindical entre pobladores afectados por el alza de los precios en el sector estatal –ni siquiera soñaron con cenar algún día en un sitio privado–, apuntan a que el gobierno les hace una competencia sucia a los cuentapropistas, privados de acceder a todos los recursos que maneja un gobierno que los obliga a topar y, sin embargo, sube los precios.

Juan José García, un jubilado por enfermedad que reside en Marianao, aseguró a este reportero que jamás podrá comer pescado si el estado mantiene la libra  a 20 pesos, el paquetico de salchichas a igual precio, el jabón a cinco y la pasta dental a ocho –todos equiparados a como hasta hace unos días se adquirían en la bolsa negra–, imposibles de comprar para quien la mitad del salarios se le va en medicamentos, el balón de gas, la electricidad y el resto en ¿alimentos?

Por su parte, Dayana Gonzáles, una madre soltera con dos hijos que reside en Centro Habana, aseguró que ni soñar con mejoras en la calidad de vida si cada día la cosa se pone peor y sólo mejora en los noticieros de la televisión y los discursos de los dirigentes. “Ninguno de estos HP pueden siquiera imaginar los malabares que tiene que hacer una madre para subsistir con dos hijos pequeños con un salario de 340 pesos, y menos las cosas que hay que hacer para lograrlo”.

“Ni pensar adquirir una bolsa de yogurt en las TRD para el desayuno de los niños, pues cuestan 0,75 CUC cada una; medio kilo de leche en polvo 1, 95 CUC; un paquete de galleticas hasta 2CUC, un pedacito de queso entre tres y cinco CUC y la mantequilla 2,05, para no hablar de una libra de bistec de res que anda entre los 8, 15 y veinte pesos, de acuerdo a la parte del animal en oferta”.

Un reciente estudio de las economistas Betsy Anaya y Anicia García, a la que tuvo acceso y reveló la agencia noticiosa AFP, destaca: “Margarita gana 600 pesos (25 dólares) como ingeniera mecánica en una empresa estatal. El matrimonio tiene una hija de 19 años que estudia en la universidad, y ayuda a la madre de Marcos, una jubilada de 75 años que recibe una pensión de 240 pesos (10 dólares), ‘que no le alcanzan para comprar la comida del mes’».

Del presupuesto familiar, señaló Margarita, «un 75 o un 80% se gasta en comida» y el resto en «pagar electricidad, agua, teléfono, gas», dice. Pero «si vamos a pensar en papel sanitario, jabón, detergente, pasta de dientes, las cosas fundamentales, con los salarios no alcanza». La familia necesitaría 8.000 pesos (333 dólares) al mes, para poder «reparar el hogar (…), reponer los equipos que hacen falta» y «alimentarse, calzarse y vestirse».

En resumen, las economistas concluyeron en destacar que satisfacer esas necesidades básicas cuesta en la actualidad el 113% del salario medio cubano y el 313% del salario mínimo, es decir, pienso yo, que con esos truenos, no hay quien duerma, se bañe, vista, calce o alimente, a menos que reciban remesas del exterior, desvíen recursos en el interior, y ni así les dará la cuenta.

Frente esta situación, donde los alimentos que el gobierno subsidia por la libreta de racionamiento no alcanzan para comer una semana, el pueblo considera que topar los precios es una medida beneficiosa, pero debe aplicarse tanto en el sector estatal como en el privado, pues el gobierno, dueño de todos los recursos del país, hace de lo básico para vivir un sueño inalcanzable.

De ahí que ante las nuevas medidas anunciadas e impuestas por el gobierno cubano, que serán supuestamente beneficiosas para unos, y perjudiciales para otros, el pueblo haga suyo los eslóganes de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y entone a coro: “Vamos por más” -Díaz-Canel-, pero ¿prosperidad o miseria? “Somos continuidad” –presidente-, ¿pero de los desastres anteriores? | vdominguezgarcía@gmail.com

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