José Antonio Evora | Después que la expulsaron el lunes del Instituto Superior de Diseño de La Habana, donde llevaba una década trabajando como maestra, Omara Ruiz Urquiola se dispone a presentar una apelación legal del caso, y se ha propuesto ir más allá de la recuperación de su puesto de trabajo.
“No solamente estoy pidiendo la restitución de mis fueros profesionales: yo estoy pidiendo, además, un resarcimiento moral y estoy pidiendo la separación del cargo de estas personas que han delinquido, y eso no lo van a aceptar”, dijo la profesora el miércoles a radiotelevisionmarti.com desde La Habana.
Se refiere al director del Instituto, Sergio Luis Peña Martínez, y a su jefa de departamento, licenciada en Psicología del Instituto Pedagógico, una persona con quien dice no poder entablar un diálogo sobre temas de diseño y cuyo nombre ni siquiera menciona.
“Y esta es la persona que redactó un informe fraudulento sobre mi desempeño profesional”, subraya.
Lo considera fraudulento porque para hacerlo no consultaron a su supervisora inmediata, alguien que sí está al tanto de su trabajo y que tiene conocimientos técnicos para evaluarlo, manifiesta la profesora Ruiz Urquiola. “Baja carga presencial” ante los estudiantes, esgrimieron contra ella, cuando incluso de viaje fuera de Cuba para recibir tratamiento contra el cáncer continuó supervisando una tesis de grado.
La tarde del miércoles, tres llamadas al número telefónico del Instituto en La Habana no fueron respondidas.
“Cuando me llama mi jefa de Disciplina se queda asombrada [con la noticia del despido], porque incluso la línea de investigación en la que llevábamos años trabajando, por la que tenemos resultados, no aparece [en el informe]; yo no consto en esa línea de investigación, y soy testigo de que mi jefa de Disciplina ha entregado religiosamente los informes de cumplimiento de planes de investigación”.
En el reporte preparado para despedirla tampoco aparece su participación con una ponencia en el Congreso FORMA, celebrado del 4 al 7 de junio en el Palacio de las Convenciones de La Habana.
“No fui físicamente porque estuve con zika, y se lo notifiqué a mi jefa de Departamento”, explica Omara. “Bueno, pues el director tampoco contempló eso en el informe, y me acusó de no haber ido al Congreso. Se quedó con la boca abierta, porque fue muy fácil de desmentir. Y [en la reunión de despido], esta persona lo único que hacía era bajar la cabeza”.
Cree que la decisión de expulsarla viene precedida por una campaña de hostigamiento fríamente calculada. La jefa de Departamento esgrimió en redes sociales que Ruiz Urquiola no forma parte de un programa de doctorado, algo que, asegura, se puede chequear fácilmente en la Comisión Nacional de Doctorados de la Academia de Ciencias.
“Este hostigamiento velado es de hace unos cuantos años, pienso que desde 2016, y se me ha tratado de ir marginando y marginando para poder fabricar el informe, que de cualquier manera es absolutamente desmontable”, dice. “A cada uno de los argumentos que este señor pensaba que tenía yo fui respondiendo, y se quedó totalmente desasido. Ella no pudo hablar absolutamente nada”.
2016 fue el año en que despidieron a su hermano, el Doctor en Ciencias Biológicas Ariel Ruiz Urquiola, del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana. En esa campaña de hostigamiento contra ella en el ISDi, “nunca, nunca, nunca” ha salido a relucir el nombre de Ariel.
Alguien le comentó el martes que ella era el primer caso donde no se esgrime abiertamente la razón política.
“Le dije que estaba equivocado, porque en el caso de mi hermano, y en el caso de Oscar Casanella, los expulsan por ausentismo; a ellos también les fabricaron una causa”, relata Omara.
Lamentablemente, manifiesta, ha habido una política de dejar entrar al Instituto, y de hacerlos llegar a cargos directivos, a personas que son completamente ajenas al ámbito del diseño. No pierde de vista que su demanda legal enfrentará serios obstáculos.
“No van a separar del cargo a personas que son sus testaferros en las instituciones, y que de hecho fuera de ser testaferros en esas instituciones, no tienen otra forma de vida”, denuncia Ruiz Urquiola.
“Muchos profesionales del diseño han querido seguir vinculados a la enseñanza por identificación con el magisterio en su especialidad, y han tenido que irse del ISDi porque lo que han encontrado son obstáculos e incomprensiones”, explica Omara. “Lo verdaderamente valioso, los pilares del diseño en este país, no están en la enseñanza del diseño, y la responsabilidad es del ISDi”.
Su expulsión es ilegal, porque ella es trabajadora “de plantilla”, le dijo Ruiz Urquiola a la periodista de Radio Martí Ivette Pacheco.
“Yo fui jefa de Departamento, eso no se puede hacer”, insiste. “Pero lo hicieron, [y] sabemos que ahí está la mano de la Seguridad del Estado, eso era esperado”.
Por una cuestión de principios acudo a la ley, pero mi intención no es la de regresar a ese sitio si no separan de sus cargos a todos esos directivos que no tienen por qué asumir esas funciones, empezando por la jefa de departamento, declara la profesora.
“No voy a tolerar estar dirigida por personas que además de ser corruptas, son incapaces”, dice Omara. “Hace años me está costando mucho ir al ISDi; voy por los estudiantes que me están esperando. Lo único que me motiva son los estudiantes”.