jueves , 20 febrero 2025
Un niño en La Habana limpia cristales a un coche con la esperanza de ganar dinero. (Rachel Realin/ Facebook/DDC)

Otro niño que trabaja para comer y sí es cubano

Historia de otro niño cubano que trabaja para comer se extiende en redes sociales donde se acumulan pedidos para ayudarlo.

La Habana (DDC) – La historia de otro niño cubano que trabaja para comer se extiende en redes sociales donde se acumulan pedidos para ayudarlo. Cristian, residente en La Habana, está en edad escolar, pero no asiste a clases para ganarse el dinero con el que poder comer él y alimentar a su hermanito, ambos al cuidado del padre enfermo y abandonados por la madre.

“Si algún día de casualidad andas por La Palma o por el Café Colón y se te cruza este pequeño niño en el camino pidiéndote, no sé, cinco pesos, o preguntándote si puede limpiar el parabrisas de tu carro o el espejo de tu moto… ¡Por favor, no lo desprecies, ayúdalo! Él es un niño muy cariñoso y a la vez super educado, tiene una situación de vida super difícil. Su madre los abandonó a él y a hermano cuando eran más pequeños y viven con su padre, pero es como si vivieran solos porque su papá es alcohólico y la mayor parte del tiempo nunca está en la casa”, contó la usuaria Rachel Realin en varios grupos de Facebook.

Identificado en una de las publicaciones como Cristian, con edad entre los 8 y 12 años, Realin contó que “el niño no va a la escuela porque tiene que salir todos los días a trabajar desde temprano para poder llevar tan siquiera un pan a la mesa para que él y su hermano puedan comer”.

“Yo lo conocí por un video que de casualidad vi en las redes sociales y me puse como reto buscarlo y ayudarlo a como diera lugar. Después de varios días pasando por La Palma lo pude conocer y conversar con él el pasado viernes. En ese momento lo que llevaba encima eran solo 1.500 pesos, le regalé 1.000 y le compré un paquete de sorbetos”, explicó.

“Con este post lo que quiero dejar en claro y a la vez hacer conciencia a las personas para que sepan que no todos los niños que piden dinero en la calle, la gran mayoría no te lo piden porque son mandados por su padres, ni mucho menos te lo piden para comprar y luego consumir drogas. No, no todos son iguales. Algunos simplemente piden dinero porque no tienen qué comer”, apuntó.

La presencia en las calles de Cuba de niños que realizan algún tipo de trabajo en medio de la escasez de alimentos, medicinas y ropa en sus hogares ha aumentado en los últimos años y la prensa oficial ha tenido que reconocerlo.

En noviembre un reportaje de DIARIO DE CUBA abordó el tema del trabajo infantil en la Isla y recogió el testimonio de varios niños sometidos a esta situación.

“Tengo que lucharla (trabajar) en la calle para ayudar a mi mamá”, confesó El Tingui, un niño de 12 años que junto a su hermana falta a clases para vender alimentos y útiles del hogar en los portales de la calle Ejido, en La Habana.

“El aula para mí es la pista (la calle)”, dijo Yorqui, otro niño. “En casa estamos pasando hambre y en la escuela no resuelvo comida”.

Yorqui vende pan dos veces al día, mañana y tarde. En una jornada puede conseguir 600 pesos, menos de dos dólares al cambio actual en el mercado informal de divisas.

Entre las actividades que más realizan los niños están la venta de productos agrícolas, de pan, galletas, helados, confituras y útiles del hogar. Pero algunos incluso trabajan en la construcción, según sus testimonios.

“Trabajo en la construcción desde mis 13 años, fundiendo placas de concreto”, dijo Yuniel, ahora de 15 años de edad. Aseguró que puede llegar a trabajar entre seis y diez horas en un día.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define al trabajo infantil como “cualquier trabajo físico, mental, social o moralmente perjudicial para los niños y niñas, actividades que interfieren con su escolarización, obligándoles a abandonar desde temprana edad las aulas, o combinando largas jornada de trabajo pesado”.

Según expertos, reducir la pobreza es una de las medidas más eficaces para eliminar el trabajo infantil, que produce efectos negativos en los menores.

En Cuba, leyes recogidas en la Constitución, el Código del Trabajo o el de la Familia proscriben el trabajo de niñas, niños y adolescentes. Pero más allá de normativas y la propaganda oficial, la miseria que causan los errores económicos del Gobierno empuja a los menores a subsistir, y cada vez son más los que se enfrentan al dilema trabajo-escuela.