viernes , 29 marzo 2024

Otro sindicalista en cautiverio

Su lucha es por la instauración de un sindicalismo auténtico, suficiente para que el régimen lo encarcele como un criminal.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Eduardo Enrique Hernández Toledo es uno de los presos políticos cubanos que mediante una artimaña judicial fue encarcelado, a un año de privación de libertad, por un delito común como suele suceder en la Isla, desde que el partido comunista se encaramó en la cima del poder en enero de 1959.

Fue arrestado el 27 de septiembre de 2018. De la estación policial de la ciudad de Trinidad donde reside, pasó por el tribunal que lo sancionó, acto seguido se lo llevaron a Nieves Morejón, unas de las joyas del tenebroso sistema carcelario nacional, terminando el periplo en el campamento de trabajos forzados conocido como Pinini, ambos centros localizados en la ciudad de Sancti Spiritus, ubicada a unos 300 kilómetros al este de La Habana.

La información proporcionada por el secretario general de la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC), Iván Hernández Carrillo, organización a la cual pertenece Eduardo Enrique, refiere que el activista careció de las debidas garantías procesales, además de ofrecer detalles sobre la manipulación del proceso jurídico efectuado a raíz de las protestas por el uso de la fachada de su casa para colgar accesorios alusivos a los festejos por un nuevo aniversario de la fundación de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).

La discusión entre el sindicalista independiente y los entusiastas animadores del homenaje a una de las organizaciones encargadas de la vigilancia a nivel de cuadra y de enviar informes periódicos a la policía sobre cualquier manifestación contraria a los postulados del partido comunista, determinó la intervención de los guardias en detrimento de este joven de 38 años que se integró a la ASIC en el 2014.

La acusación que se barajó en primera instancia fue la de difamación a los héroes y mártires de la revolución, pero para no darle un matiz político a la causa, la condena fue por desacato, refirió Hernández Carrillo.

El activista encarcelado se ganaba la vida como taxista, pero hace algún tiempo le fue suspendida la licencia operativa por presuntas infracciones, añadió el líder sindical y ex preso de conciencia del Grupo de los 75.

Como el caso lo demuestra, terminar en una cárcel bajo acusaciones amañadas y en total desamparo frente al poder omnímodo de una élite compuesta por militares y burócratas es en Cuba puro trámite.

El país funciona como un centro carcelario, donde impera el miedo y la suspicacia de convertirse en un objetivo de la policía política.

A pesar del ambiente represivo, no todos los cubanos están dispuestos a acatar las estrictas reglas de comportamiento que el partido y sus instituciones afines se encargan de recordar mediante la publicidad en los medios de comunicación y proteger a través de la extensa red de colaboradores, ocultos y a cara descubierta.

Eduardo Enrique Hernández Toledo es uno de esos jóvenes que se hartó de la opresión.

Su único temor era quedarse callado o cruzarse de brazos ante la humillación del abuso desmedido del Estado con sus desalmadas estrategias de control social.   

Sabe que está preso por sus ideas y eso lo fortalece en el tiempo que estará separado de sus familiares.

Su lucha es por la instauración de un sindicalismo auténtico que reclame salarios justos y condiciones laborales razonables. Suficiente para que lo califiquen como un delincuente común y lo pongan tras las rejas.