Sin desayuno y, si acaso, una comida al día, los niños cubanos muestran un peso corporal bajo, anemia y desnutrición.
Pittsburgh (Sindical Press) – Un Informe publicado la pasada semana por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la organización no gubernamental Save the Children y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) muestra la precaria situación de miles de infantes alrededor de mundo.
Las cifras que reflejan avances en diversas áreas geográficas en cuanto a las prestaciones infantiles entre 2009-2023 contrastan con el drama que enfrentan 1400 millones de niños, menores de 15 años, carentes de protección social y por tanto a merced de enfermedades causadas por los bajos niveles nutricionales derivados de una pobreza endémica.
De acuerdo a lo divulgado, en Asia Central y Pacífico, la cobertura de las asistencias aumentó del 9,2% en 2009 al 16 % en 2023, en África Oriental y Meridional del 9,6% al 12,3%, en África Occidental y Central del 3,1% al 11,8%, En Europa Oriental y Asia Central del 59% al 61,4%, en Norteamérica del 78,1% al 84% y Europa Occidental del 91% al 93,2%.
Los progresos son plausibles, pero aún insuficientes, sobre todo en países de renta baja donde menos de 1 de cada 10 niños tienen acceso a prestaciones. Un dato revelador de la disparidad comparativa con las naciones de renta alta, donde los pequeños disfrutan de una mayor cobertura.
La existencia de 333 millones de niños que viven en la miseria extrema, los cuales sobreviven con menos de 2,15 dólares al día y los casi mil millones que enfrentan pobreza multidimensional, constituyeron parte de las alegaciones de Natalia Winder Rossi, Directora de Política Social y Protección Social de la UNICEF, en el abarcador informe.
Aunque aseguró que al ritmo actual era imposible alcanzar las metas para superar este flagelo como parte de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, la funcionaria dijo que se trataba de una opción política prioritaria en el quehacer de las entidades involucradas en el asunto.
Por su parte, la Directora del Departamento de Protección Social de la OIT, Shahra Razavi, llamó a la necesidad urgente de elaborar políticas eficaces para mejorar los niveles de protección, así como eliminar las desigualdades regionales en la cobertura.
Con vistas a reducir las deficiencias, Save the Children, UNICEF y la OIT, han desarrollado el Global Child Benefict Tracker (Rastreador Mundial de Prestaciones Familiares), una plataforma en línea para supervisar el acceso de los niños a las prestaciones y abogar ante los gobiernos y los donantes para cerrar las brechas.
Se espera que la iniciativa ayude a mitigar las necesidades en las áreas más vulnerables del orbe, entre las que habría que considerar a Cuba, donde los índices de pobreza no dejan de crecer, deteriorando el nivel de vida a escalas nunca vistas, desde la instauración del modelo socialista.
Un estudio sobre la malnutrición y desnutrición en Cuba, realizado el pasado año por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), arrojó que los cubanos entre 14 y 60 años solo ingerían diariamente el 24 % de las proteínas necesarias, un déficit que expone a miles de personas, incluidos niños y ancianos, a padecer retraso mental y un marcado deterioro del sistema inmune. El acelerado declive económico y la ausencia de políticas efectivas para detenerlo hasta la fecha modifican las afectaciones de una manera que raya en la tragedia.
Con una inflación que supera el 300%, la notable merma en la entrega de productos a precios subsidiados por parte del Estado, incluidos alimentos básicos, y la caída en espiral del poder adquisitivo, el hambre es un hecho incontrastable en todo el país.
Sin leche para el desayuno y –con buena suerte– una sola comida al día, un sinnúmero de niños cubanos muestra un peso corporal por debajo de los estándares, presentando anemia y otras enfermedades asociadas a la falta de nutrientes.
En medio de la debacle se repiten las noticias de desmayos en las aulas provocados por la acentuada debilidad.
Una bolsa de leche de un kilogramo alcanza un valor de 2000 pesos (6,5 dólares), en el mercado informal que es donde único se encuentra. Un valor impagable para la mayoría de los trabajadores. El salario mínimo en la Isla es de 2100 pesos al mes. Los jubilados disponen de alrededor de 1500 pesos. Monto que los condena a la mendicidad como vía para paliar los estragos de la subalimentación.
Aunque el gobierno acostumbra a ocultar o manipular las estadísticas, el hambre es un hecho fácilmente comprobable, desde diferentes ángulos del acontecer nacional. Es muy lamentable que, a causa de esto, un numero significativo de niños mueran en los partos o nazcan con padecimientos crónicos que muchas veces terminan en muertes prematuras.
Aunque la UNICEF y otras agencias de la ONU utilicen en sus informes un lenguaje demasiado técnico y, en ocasiones, hasta cierto punto condescendiente, la verdad se impone.
Cuba es un país en bancarrota, abocado a enfrentar peores escenarios en los meses venideros.
No hay planes razonables en el horizonte para revertir la situación. La dirigencia apuesta por la continuidad del modelo a toda costa, sin importarle el drama de niños y ancianos, sin dudas quienes se llevan la peor parte en lo que apunta a ser la antesala de una quiebra económica y social de proporciones apocalípticas.