domingo , 24 noviembre 2024
Cocineros preparan comida en el restaurante privado de comida a domicilio "Rico desde Casa" en La Habana, Cuba, el 5 de junio de 2023. (Lage/AFP)

Precios topados: otro inservible remiendo

No hay voluntad, desde el poder, de enrumbar la nación por otros derroteros que devuelvan la esperanza. Mucho menos vergüenza.

Pittsburgh (Sindical Press) – Después de órdenes y contraórdenes, finalmente se hizo firme, este lunes, 8 de julio, la orden de topar los precios de seis productos que se ofertan en las MIPYMES. Ya se había filtrado la decisión irrevocable de imponer la medida, por parte del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), que presuntamente actuará como paliativo a la galopante inflación y como punto de partida, según Lourdes Rodríguez, vice titular de la referida entidad, a una descentralización de los precios y el ajuste de estos de acuerdo a los preceptos del libre mercado, algo en total contradicción con el monopolio estatal de producción ubicado en las antípodas de las leyes de oferta y demanda.

La encrucijada en que se encuentra el sistema centralizado de ordeno y mando, abre la posibilidad de que tales afirmaciones no sean parte de la usual retórica, donde se reafirma el rechazo frontal al capitalismo y la continuidad de los postulados marxistas-leninistas.

La presunta iniciativa antinflacionaria puede extenderse a otros productos, según indicaron las autoridades del ramo. Por ahora, solo serán topados el pollo congelado, la leche en polvo, la pasta alimenticia, las salchichas, el detergente en polvo y el aceite de soja.

El hecho en sí, no debe interpretarse como una vía para ampliar el acceso a los mismos, al tener un pagar un precio fijo, hay que tener cuenta que las jubilaciones y los salarios se mantienen en un nivel muy por debajo del costo de la vida. En realidad, una persona de la tercera edad, con sus 1500 pesos de retiro, solo puede comprar dos kilogramos de pollo, cuyo costo asciende a 680 pesos el kilogramo.

El salario mínimo de un trabajador, establecido en 2100 pesos, apenas alcanzaría para un paquete de leche en polvo de 500 gramos (840 pesos), un litro de aceite (900 pesos) y un paquete de salchichas de 340 gramos (350 pesos). Por las mercancías restantes, habrá que desembolsar, 350 pesos por el paquete de pastas de 500 gramos y 630 pesos por el de detergente en polvo de un kilogramo. Es cierto que están a la venta porciones a un costo relativamente menor, según lo que arroje la balanza, pero no lo suficiente para categorizarlas como un alivio.

Especialistas auguran ciertos beneficios a corto plazo, de estas normativas, en lo que se refiere a las tasas de cambio en el mercado informal de divisas, o sea un decrecimiento en la demanda de estas, lo que en cierta medida impactaría favorablemente en los actuales niveles inflacionarios.

Realmente, sería más sensato pensar, al margen del abanico de opiniones de personas versadas en estos menesteres, que en vistas a la ausencia de un plan razonablemente articulado en función de desmontar, sin medias tintas, las estructuras del modelo económico, es casi seguro que como lo fue en su momento la Tarea Ordenamiento y la Bancarización, todo termine en otro sonado fracaso, previo a la llegada de nuevos golpes existenciales que le agreguen capas adicionales a una pobreza que literalmente ahoga.

No hay que ser un erudito para prever la escasez en las MIPYMES de los productos topados recientemente y los que se añadirán, al listado, quizás en pocas semanas, al pasar estos al mercado negro a costos más elevados.

Una operación para nada novedosa y que responde a un contexto donde la escasez, el racionamiento y los decretos, como el acaba de entrar en vigor, actúan a favor de las corruptelas y otros males asociados a un modelo en crisis terminal.

El anuncio, con bombos y platillos, de una nómina de 7000 inspectores para velar por el cumplimiento de los precios topados, confirma el desastre.

El relajo de impondrá, como de costumbre. Vendrán las transacciones bajo cuerda, entre dueños de MYPIMES y quienes en teoría fiscalizan, pero que en esencia se aprovecharán de su estatus para cubrir necesidades que de otra manera les resultaría más complicado, cobrando al mejor postor el silencio ante alguna que otra irregularidad o simplemente como eslabón en el aceitado mecanismo de la corrupción a cambio de dinero contante y sonante o recibiendo porciones de lo que expende.

No se trata de parches, la situación demanda un cambio profundo y sin tantos fuegos de artificio.  Resulta que ahora los precios topados obrarán como la solución mágica a los graves problemas socioeconómicos. Otra tomadura de pelo a una población exhausta que sueña con escapar para cualquier sitio, lejos de los ecos de una revolución que arruinó sus vidas.

No hay voluntad, desde el poder, de enrumbar la nación por otros derroteros que devuelvan la esperanza. Mucho menos vergüenza.