¿En qué momento un trabajador comete una equivocación, cuántas veces teclea durante el día, qué mira en su pantalla y qué lenguaje usa?
The Guardian | Quizá creas que tu jefe te tiene bien checado, pero ¿alguna vez te ha amenazado con medir tus ondas cerebrales?
Mientras la empresa estadounidense Three Square Market fue noticia en 2017 por implantar chips en las manos de sus empleados, otras compañías, como Amazon y Uber, también recurren a nuevos métodos para obtener información y vigilar a sus trabajadores a través de la tecnología.
De hecho, estas organizaciones utilizan formas cada vez más extrañas e intrusivas de control del personal. El diario británico The Times, por ejemplo, reportó que algunas compañías chinas usan cascos y sombreros con sensores para escanear las ondas cerebrales de sus trabajadores, con la finalidad de detectar cansancio, estrés y hasta emociones como la ira.
The Times también mencionó el caso de una empresa que decide el número y duración de las pausas de los empleados durante su jornada, en función de sus ondas cerebrales.
Además, la tecnología se está usando en conductores de trenes de alta velocidad para «detectar el agotamiento y la pérdida de atención».
Todd Westby, consejero delegado de Three Square Market, asegura que cuando se le ocurrió la idea de colocar un chip entre el dedo índice y el pulgar a sus empleados pensó que solo cinco o seis aceptarían. Sin embargo, de las 90 personas que trabajan en la sede de la compañía, 72 tienen ahora el chip —de hecho, él mismo tiene uno en cada mano—, y los usan para abrir puertas de seguridad, conectarse a computadoras y para realizar pagos en las máquinas expendedoras de la empresa.
¿Se imagina Todd Westby este concepto extendiéndose a muchas otras empresas? «No necesariamente», señala. El directivo de Three Square Market cree que, en parte, se debe a una diferencia generacional. «Tal vez tú nunca quieras tener un chip, pero si eres millennial, no hay problema. Para ellos es cool».
Una pulsera que detecta errores
En febrero, se dio a conocer que Amazon patentó una pulsera que no solo rastrea la ubicación de los trabajadores dentro de sus almacenes mientras recogen los artículos, sino que además puede detectar los movimientos de sus manos y alertarlos mediante zumbidos o emitiendo un pulso cuando se están equivocando de caja.
En el registro de la patente, la empresa lo describe como un dispositivo capaz de «supervisar el desempeño de la colocación de los artículos de inventario en el lugar de almacenamiento identificado por el trabajador del sistema de inventario».
Otras compañías de tecnología toman capturas de pantalla del trabajo de los empleados a intervalos regulares, miden sus pulsaciones de teclas y uso de la web, y hasta los fotografían en sus mesas con la cámara de su computadora. De hecho, trabajar desde casa no impide este tipo de vigilancia porque se puede realizar de forma remota.
El software empleado por estas empresas puede supervisar el uso de las redes sociales, analizar el idioma o instalarse en los teléfonos de los trabajadores para supervisar aplicaciones cifradas como WhatsApp. Los empleados pueden llevar dispositivos que no solo rastrean su ubicación, sino que también siguen su tono de voz, la frecuencia con la que hablan en las reuniones, con quién y durante cuánto tiempo.
Los empleados han sido vigilados desde siempre a través de la tecnología pero, como sostiene André Spicer, profesor del comportamiento en las organizaciones de la Cass Business School, si antes era el capataz de la fábrica con un cronómetro, o la máquina en la que se registraba la entrada y salida de los trabajadores, ahora «todo ese material físico ha pasado a ser tecnología digital».
«Detecta cosas que antes no se podían detectar, como el número de teclas que pulsan los empleados, lo que miran en su pantalla mientras trabajan, el tipo de lenguaje que usan. Y ahora la vigilancia te sigue fuera del lugar de trabajo».
¿Es legal?
Según Philip Landau, socio especializado en derecho laboral de Landau Law Solicitors, los empleadores de Reino Unido tienen derecho a controlar los sitios web que los empleados visitan mientras trabajan.
«No obstante, el dispositivo bajo control deberá ser parcial o totalmente suministrado por el empleador. Los empleadores también deben avisar por adelantado si van a controlar la actividad en internet y tienen que informar al trabajador sobre la política de la empresa respecto a las redes sociales».
También es legal controlar el tecleo en la computadora, afirma Philip Landau, aunque las empresas deben informar a los empleados que serán vigilados.
«En las empresas con este sistema, es común que los empleadores hablen con los empleados cuando creen que su número de pulsaciones es bajo», explica Landau. «Hay que destacar que un alto número de pulsaciones no significa necesariamente altos niveles de productividad, y viceversa».
Amazon, ¿un control excesivo?
James Bloodworth trabajó durante un mes en 2016 como «recolector» de Amazon (la persona que localiza los productos pedidos), como parte de la preparación para su libro Hired: Six Months Undercover in Low-Wage Britain (Contratado, seis meses encubierto en la Gran Bretaña de los salarios bajos).
«Llevábamos (…) un dispositivo portátil que controlaba la productividad», explica Bloodworth.
«Cada vez que recogías un (artículo), se activaba una cuenta atrás (para llegar al siguiente) que medía tu productividad». Los supervisores, precisa Bloodworth, informaban a los empleados sobre este indicador. A él le advirtieron de que estaba en el 10% inferior.
«También te enviaban avisos a través del dispositivo diciendo que tenías que aumentar tu productividad. Eres constantemente rastreado y clasificado. Descubrí que era imposible cumplir los objetivos de productividad sin correr, pero también te decían que no estaba permitido correr, y que si lo hacías, recibirías una sanción disciplinaria. Pero si te retrasabas en productividad, también recibías una sanción disciplinaria».
No parecía «que te trataran como a un ser humano», asegura.
Pantallas mostrando el rendimiento
Para escribir su libro Working the Phones (Trabajando en los teléfonos), Jamie Woodcock, del Oxford Internet Institute y especializado en sociología del trabajo, pasó seis meses como empleado de un call center.
Te das cuenta de la vigilancia «desde el momento en que entras», dice. «Hay pantallas de televisión mostrando el rendimiento de cada trabajador. Los directores recopilan datos sobre casi todo lo que haces. Cada llamada que hice fue grabada y almacenada digitalmente. En términos de control, es como recuperar todas las partes que alguien hizo en una línea de montaje y juzgarlas retrospectivamente por su calidad.
«Todos cometemos errores y todos tenemos días malos, pero, como este tipo de vigilancia se puede hacer de forma retrospectiva para despedir a la gente, se usa para hacerles sentir que podrían perder su trabajo en cualquier momento».
La supervisión está incorporada en muchos de los puestos de trabajo que forman la llamada «economía de los pequeños encargos» (gig economy). No es fácil oponerse a la vigilancia constante cuando estás desesperado por trabajar.
Lo que ha sorprendido a André Spicer, profesor de comportamiento en las organizaciones de la Cass Business School, es lo dispuestos que están los empleados en trabajos mejor pagados.
«Antes, a los prisioneros les obligaban a usar pulseras de rastreo, pero ahora nos ponemos voluntariamente rastreadores de pasos y otros dispositivos de seguimiento proporcionados por nuestros empleadores, y en algunos casos, hasta pagamos por el privilegio».
Para Jamie Woodcock, es necesario «iniciar un debate sobre si queremos o no que el trabajo sea un lugar en el que estés vigilado».
Uber, ¿alimentando el algoritmo?
James Farrar es el conductor de Uber que en 2017 ganó una batalla legal contra la compañía por los derechos de los conductores en Reino Unido y también preside una delegación de la asociación United Private Hire Drivers.
«Lo que me preocupa es que esta información (que recopila Uber) esté alimentando el algoritmo» que decide la asignación de conductores, afirma.
«Deberíamos tener acceso a los datos y entender cómo se usan. Si algún tipo de puntuación de calidad sobre mi capacidad de conducción (se mete en un algoritmo), tal vez se me ofrezca un trabajo menos valioso, alejado de los clientes más valiosos, ¿quién sabe?».
Uber asegura que su seguimiento solo es para conseguir «una conducción más suave y segura». Señala que «los datos se utilizan para informar a los conductores sobre sus hábitos de conducción y no se usan para influir sobre futuras solicitudes de viaje».
No toda la vigilancia es mala, dice Farrar. En algunos casos, le gustaría que hubiera más. Cuando fue agredido por un pasajero, pidió que se instalaran sistemas de videovigilancia en todos los vehículos, sobre todo por la seguridad de los conductores.
Sin embargo, cuando se reunió con Uber para hablar sobre la agresión, la empresa le pidió apagar su teléfono para cerciorarse de que no estaba grabando.