domingo , 24 noviembre 2024

Reforma salarial en Cuba: preparémonos para colas que lleguen a Miami

El Gobierno sabe que la subida de salarios será pura nominalidad insustancial, que no mejorará el poder adquisitivo

La Habana | Rafaela Cruz – No hace un mes, las autoridades anunciaron que, dentro de la «Tarea Ordenamiento», habría una histórica reforma que pretende enderezar la pirámide salarial. Cuba dejaría de ser el único rincón de la galaxia donde un portero gana 100 veces más que un anestesista con 30 años de experiencia.

Según María Molina Gutiérrez, viceministra de Trabajo y Seguridad Social, no solo proyectan pagar salarios según la complejidad y responsabilidad del puesto, esperan también —¡aleluya!— que «esos salarios sirvan para satisfacer las necesidades básicas de las personas».

Aclara así de antemano el Gobierno que la máxima aspiración de la gran reforma de sueldos es que los cubanos cubran «lo básico» —cero lujos burgueses—, entendiéndose por ello «una canasta que incluye los productos alimenticios de la bodega y otros productos alimenticios o no de venta liberada, un cálculo del consumo fuera del hogar, y servicios fundamentales».

Pero para esto, según Marino Murillo, jefe económico del Partido Comunista, «el problema está en lograr que los precios no crezcan por encima de la subida de salarios planificada, porque sería una inflación por encima de lo previsto». Y así, sin más, Murillo acepta como normal que la inflación diluya «parte» del aumento salarial, y solo encuentra problema en que sea «por encima de lo previsto», lo cual es un reconocimiento de que lo que están haciendo es en gran medida pura nominalidad insustancial que no mejorará el poder adquisitivo de los cubanos.

La apuesta del Gobierno es que la subida salarial aumente la productividad de las empresas estatales, lo que se supone incrementará la oferta de bienes y servicios en el país; pero, hasta donde sabemos, los obreros tendrán que mejorar la productividad con las mismas herramientas obsoletas, en las mismas infraestructuras ruinosas y con los mismos exiguos inventarios de materias primas que existen hoy. ¿Cómo cambiará eso un Gobierno que sigue con la misma falta de liquidez? Los funcionarios no lo dicen.

La viceministra Molina reconoce que «cuando se hace una reforma de esta magnitud, la economía tiene que tener capacidad para sustentarlo… no hacemos nada con dar dinero y cuando vayas a una tienda o al mercado no haya en qué gastar el dinero, o la oferta sea insuficiente». Muy bien dicho por la vice; pero entonces, si todo apunta a que el aumento comenzará el 1 de diciembre, ¿por qué siguen vacías las tiendas?

El aumento salarial surtirá efecto —si es que surte alguno—, solo si el poder adquisitivo real aumenta y no se va por la alcantarilla de la inflación, pero lo que ha pasado con los precios durante este año no hace albergar mucha esperanza:

Esta es la muestra de la subida de precios en un municipio habanero (en pesos cubanos):

Pierna de cerdo (lb), de 30 a 55, +83%
Bistec de cerdo (lb), de 40 a 75, +87%
Jamón Viking (lb), de 30 a 90, +200%
Arroz (lb), de 4 a 35, +775%
Frijoles colorados (lb), de 19 a 60, +215%
Pan liberado, de 1 a 2,50, +150%
Tomates (lb), de 15 a 50, +233%
Ají cachucha (vaso), de 5 a 20, +300%
Mazo de lechuga, de 7 a 20, +185%
Mazo de habichuelas, de 7 a 18, +157%
Mazo de zanahoria, de 10 a 25, +150%
Cartón de huevos, de 35 a 150, +328%
Leche en polvo, de 3.50 a 8, +128%

Incluso con estas subidas vertiginosas, los precios agrícolas aún no reflejan la verdadera demanda, o lo que es lo mismo, la verdadera escasez. Dependen de la represión estatal que los mantiene artificialmente bajos para el productor, a la vez que artificialmente altos para los consumidores, ¡ambas cosas a vez! Aunque hay planes de liberalizar el sector agrícola —un tilín—, volvemos a lo mismo: sin las maquinarias y los insumos necesarios que ya el Estado dice que no puede proveer. ¿Algún día la oferta alcanzará a la demanda?

Mientras no se vean en tiendas y agros los muchos bienes y servicios que supuestamente se obtendrán por el aumento de la producción provocado por la subida de salarios, el Ministerio de Finanzas y Precios tiene un plan anti inflación… «potenciar el control popular, que integre el monitoreo de los precios, su regulación y enfrentamiento sistemático a las violaciones». O sea, represión y chivatazos.

En la realidad, a corto y mediano plazos la escasez generalizada seguirá presionando los precios al alza. Si a esto le sumamos la violencia del maremoto monetario que significa quintuplicar de un plumazo la masa salarial, el ajuste del mercado a esa nueva demanda será inevitable.

Al pueblo le queda atestiguar una escalada monumental de precios junto a colas que llegarán hasta Miami. Recuerden 1994, recuerden los Balseros.