martes , 19 marzo 2024
Policías y autoridades de Cuba frenaron a activistas que marcharon por La Habana contra la homofobia este 11 de mayo, en La Habana.

Revolución, conga y orientación sexual

La represión cayó sobre integrantes de la comunidad LGBTI que se atrevieron a violar el sacrosanto mandamiento de ¡No marcharán!

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – El aparente maridaje feliz entre la revolución cubana y la homosexualidad y el lesbianismo se abraza en una conga multicolor por el orgullo gay que a veces pierde el ritmo, pues los pasos a seguir por los congueros de la comparsa LGBTI no se corresponden con el sonar de campanas ni el repicar de cueros y timbales del piquete machista-leninista que pone la música y traza el recorrido.

La represión policial contra un grupo de integrantes de la comunidad LGBTI que se atrevió a violar este sábado el sacrosanto mandamiento ¡No marcharán!, dictado desde el templo del Cenesex por la pitonisa Mariela Castro Espín, fue una alerta de que si bien los toleran –para lavar la imagen de una revolución que hoy pretende enmascarar su raíz homofóbica–, los desprecian por no responder al prototipo de hombres y mujeres nuevos soñados por el Che para la Cuba comunista.

Ahora que las autoridades cubanas llaman a recobrar la memoria histérica (perdón, histórica) de la revolución, tanto la comunidad LGBTI como la población en general debían buscar en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional –si se lo permiten– los discursos, editoriales y caricaturas que abordan el tema de la homosexualidad en Cuba, y quedarán avergonzados del nivel de homofobia que existía desde el más alto liderazgo del país, hasta la menos significativa camarilla.

Sin embargo, todavía existen incautos u oportunistas que, desde una presunta posición social alcanzada por un acto de borrón y cuenta nueva de una revolución que jamás se arrepiente y nunca olvida, no sólo apuestan por la sinceridad del reconocimiento gubernamental a la comunidad LGTBI, sino también se prestan a ocultar las humillaciones sufridas a manos de una revolución machista que depuró de gays los puestos de responsabilidades públicas del país.

De acuerdo con Paquito de Cuba –periodista de profesión, activista LGBTI y una especie de máster en la Mariconología del Masoquismo Reflexivo (MAMAR)– al definirse como gay, ateo, comunista y cero positivo durante su intervención en la Mesa Redonda este lunes, dijo que la posición (no sexual ni de qué lado de la cama) de los integrantes de la comunidad de Lesbianas, Gay, Bisexual, Transexual e ¿Indecisos? en la Isla debe ser antimperialista y estar alineada con las normas de la revolución.

Respetuoso del criterio y la decisión ajena que no me interesa ni concierne, pero algo perdido frente a su controvertida opinión, le pregunto a Paquito, sin ánimo de ofender: ¿Goza más, es más serio, tiene mayor reconocimiento un LGBTI comunista y ateo, que uno de la extrema derecha y musulmán? ¿Las lesbianas, gay, bisexuales, trans e indecisos estadounidenses, no disfrutan en la intimidad de pareja su orientación sexual por nacer o vivir en la cuna del brutal imperio yanqui?

¿O es que acaso en la comunidad LGBTI cubana, a diferencia de otras con igual orientación sexual en el resto del mundo, la excitación sólo sube de acuerdo con la militancia del sujeto en el partido comunista, besa mejor y multiplica sus movimientos si hace el amor en un solar o una mansión escuchando un discurso de Fidel o una proclama de Raúl, y logra el orgasmo sólo si no participa en una conga durante la Jornada Nacional Contra la Homofobia y la Transfobia en el país?

Tal vez Paquito era muy niño cuando en los años 60 comenzó la depuración de homosexuales en escuelas de arte y universidades, o no fue seleccionado como conejillo de indias para realizarle una lobotomía sexual que corrigiera sus “defectos” a través de la ciencia, o quizás no estuvo en el lugar ni la hora equivocada alrededor de Coppelia durante la “Noche de las tres pes”, cuando prostitutas, proxenetas y pederastas cayeron en una redada, montados en ómnibus y conducidos a prisión.

Pero lo mejor que le pudo pasar, no conoce o ya olvidó, es que por ser homosexual –de lo que se enorgullece hoy– lo hubieran montado a la fuerza en un tren y enviado a unos campos de concentración llamados eufemísticamente Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde “el trabajo los haría hombres” junto a religiosos y otras “lacras” de conducta impropia dentro de la sociedad. También unos años después podría haber sido humillado durante la Parametración.

De ahí que nunca pueden olvidar o deben buscar y leer lo que escribió Samuel Feijóo, El Zarapico, y publicó la prensa cubana en el año 1965, con la anuencia y los aplausos de la revolución: (…) “este país virilismo, con su ejército de hombres, no puede ni debe ser expresado por homosexuales o seudohomexuales. (…) No se trata de perseguir homosexuales, sino de destruir sus posiciones, sus procedimientos, sus influencias. Higiene social revolucionaria se llama esto.”

Es verdad que hoy no es igual, pero como buen comunista y ateo nunca debe olvidar –ya que la historia es veleidosa, el socialismo perverso y anda de marcha atrás– la puede reescribir. Y aunque quizás la suspensión de la conga no sea un punto de inflexión, ¡cuidado!, con esos truenos que aún cruzan el Arco Iris LGBTI en el cielo de la revolución, ningún Paquito de Cuba debe dormir en paz. | Vdominguezgarcia4@gmail.com

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