jueves , 21 noviembre 2024
Abel González Lescay, estudiante de Música, manifestante del 11 de julio.

Se lo llevaron desnudo, fue golpeado por la policía y ahora puede ser condenado a 7 años de cárcel

Redacción Radio Televisión Martí | Abel González Lescay, un estudiante de Música en la Universidad de las Artes – Instituto Superior de Arte (ISA), está en prisión domiciliaria por haberse manifestado en Bejucal, como parte de las protestas masivas que se dieron en decenas de ciudades en Cuba el pasado 11 de julio y podría recibir una sanción de prisión de siete años.

El juicio contra el artista de 23 años, graduado de Piano en la Escuela Nacional de Arte (ENA), está previsto para el 6 y 7 de diciembre. La Fiscalía Provincial de Mayabeque contempla para el las sanciones de tres años de Privación de Libertad por Desórdenes Públicos, tres años de Privación de Libertad por Desacato agravado de carácter continuado, un año y seis meses de Privación de Libertad por Desacato de la figura básica de carácter continuado y como sanción conjunta y única la de siete años de cárcel.

La Comisión Justicia 11 que lleva un registro de los detenidos, encarcelados y condenados tras esta manifestación denunció que al músico «lo sacaron de su casa desnudo, lo humillaron y lo golpearon por improvisar una musicalización de la protesta del 11 de julio en Cuba y hoy le piden 7 años».

El también poeta dio testimonio de estos abusos que ocurrieron a partir de las 6 de la mañana del 12 de julio:

«El señor policía, con el número de identificación 31033, me cogió por el pelo, así, desnudo, yo estaba completamente desnudo. Me puso las esposas y me bajó por la escalera. Me sacó de mi casa, encuero, y me montó en la patrulla, donde estaba otra persona que habían recogido antes. Así desnudo me llevaron desde Bejucal hasta San José de las Lajas. Estamos hablando de más de veinte kilómetros. Esa gente me llevó hasta allá. La patrulla parqueó en un lugar que le dicen El Técnico. Yo creo que tiene que ver algo con la Seguridad del Estado. Es como una estación de policía con un calabozo preparado para que te sientas mal y hables. Es muy común que la gente espere el juicio ahí. Ahí apareció un bulto de mayores y de gente con cargos. Yo estaba metido adentro de la patrulla con el otro señor que tenía las manos moradas por las esposas. Se le estaba trancando la circulación. Me quejé mucho por eso. Esa gente no hizo ningún caso. Me alteré y empecé a gritarle a esa gente que aquello era un secuestro. Porque era un secuestro. —¡Me sacaron de mi casa desnudo! ¡Sin una orden! ¡Tienen que sacarme de aquí! ¡Esto es un secuestro! –les gritaba. Ellos se reían.Los mayores y toda esa gente se reían. Y yo allí desnudo (…) El mismo oficial (nuestro 31033) me cogió por el pelo y me arrastró hacia afuera de la patrulla. Me sacó por los pelos. Repito: estaba desnudo completamente. Todo eso fue delante de los mayores. Realmente no retuve bien qué cargos tenían, pero el que recuerdo tenía una estrella. Los otros no sé. Era gente con cargos. Yo suponía que delante de esa gente él no me iba a tratar tan mal como lo hizo en mi casa, porque eso es ilegal, pero fue todo lo contrario. 31033 sacó la tonfa. Yo desnudo. Me cogió por el pelo y empezó a empujarme. Me metió por el pasillo de ese lugar. Delante de todos los policías y los mayores, el tipo empezó a darme por las nalgas. Durísimo. Cinco tonfazos mientras me empujaba por el pasillo. Todos lo vieron, y los que iban delante dándome la espalda, lo oyeron, porque él gritaba: “¡Vamos, camina!”, y cosas así. “Esta gente se está cag**do en todo”, me dije en ese momento. Los mayores lo autorizaron, no me quedan dudas»

La situación de González Lescay fue denunciada por el Director Ejecutivo para las Americas Division de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, quien exigió en sus redes sociales la inmediata liberación del joven.

En entrevista con Rialta Magazine, Lescay dijo que los delitos que se le imputan no tienen sentido: «Me están imputando dos cargos de desacato. Ellos me dicen que soy reincidente porque cometí el mismo delito, el mismo día, en distintos lugares. Por supuesto, la marcha se movió por distintos lugares y yo grité lo mismo en una esquina y en la otra. Pero ningún policía me hizo ninguna amonestación. Esos siete años son una cosa inflada”.

“Hace unos días creía que lo que me pedirían sería un año o dejármelo en una multa. La verdad es que ya no se puede esperar nada lógico, nada coherente. Ellos pueden hacer cualquier cosa», declaró.