La escasez ha aumentado después del anuncio del tope de precios y a medida que se agotaba el producto almacenado.
Holguín (Yoan Miguel González Piedra / DDC) – Como era predecible tras la puesta en vigor, el pasado 8 de julio, de los precios topados para seis productos importados y expendidos en Cuba casi exclusivamente por las MIPYMES, el que mayor impacto negativo ha sufrido es el pollo. Aunque la escasez fue evidente en apenas unos días, un mes y medio después la ausencia en el mercado de Holguín es casi general.
«Teníamos un contenedor reservado y lo aguantamos un poco a ver qué pasaba, porque evidentemente íbamos a tener dificultades para comercializarlo, pero nos amenazaron con decomisarlo si no lo vendíamos y tuvimos que hacerlo diferente, con lentitud e inventando», dijo Yendry, socio de una MIPYME holguinera.
«Por ejemplo, un contenedor de pollo nosotros lo sacábamos en una semana con el esquema de distribución y venta que ya nos funcionaba muy bien. Los principales compradores, por decenas de cajas, eran los revendedores, que son MIPYMES más pequeñas o trabajadores por cuenta propia (TPC) de diferentes municipios. Eso se diseminaba por toda la provincia y enseguida llegaba a la gente, se vendía rápido».
«Ahora al precio topado tenemos que vender directo al consumidor y nos hemos metido 20 días para terminar. Ya los intermediarios no pueden hacer su trabajo, hemos tenido que reinventarnos para no tener pérdidas. Alquilar camiones y llevar el pollo por los municipios nosotros mismos. Evidentemente, no vamos a comprar más pollo hasta que no arreglen esa locura».
El caso de la MIPYME de Yendry se repite en todas las que comercializan alimentos, especialmente pollo. La escasez fue aumentando con el correr de los días, tras el anuncio del tope de precios y a medida que se agotaba el producto almacenado.
En Cuba la carne de pollo importado sustituyó a la carne de cerdo, de producción nacional, como la más consumida por el pueblo, desde que, bajo el Gobierno de Díaz-Canel, el deterioro de la economía se ha agudizado y la producción porcina cayó a niveles inéditamente bajos. Y por lo visto, gracias al intervencionismo populista, también al pollo habrá que renunciar.
«El pollo estaba a patadas en todos los puntos de venta particulares y ahora se desapareció», comentó Rolando, un trabajador del sector de la construcción. «A veces llega un camión y vende, pero si no te enteras a tiempo, se va para otro lado y no puedes comprar. Es algo incierto, inseguro, y hasta hace poquito estaba donde quiera, muy fácil de conseguir».
«Es verdad que, igual que todo lo demás en este país, es caro para el salario, pero realmente, en comparación con carne de puerco, que está ahora mismo a más del doble, el pollo estaba baratísimo. No es lo mismo comprar a 350 pesos el pollo, que pagar 700 u 800 por el cerdo. Ahora, por fijar el precio unos pesitos menos, a 318, perdimos el pollo. Solo nos queda el cerdo a 800. ¡Tremenda ayuda nos dio el Gobierno!».
La inviabilidad del comercio del pollo al actual precio topado —y de hecho a cualquier otro precio alternativo que las autoridades pretendan imponer— es una consecuencia inevitable, porque el valor del dólar es fluctuante y fijar precios finales crea distorsión en el mercado, una camisa de fuerza que induce en los vendedores el temor a tener pérdidas. En efecto, los importadores han renunciado al pollo, a pesar de su altísima demanda, por haberse convertido en el producto más inseguro.
Hasta la imposición de la medida, el pollo era uno de los productos líderes en las importaciones del sector privado. Se puede inferir que, junto a la avalancha de multas millonarias y reglas fiscales más estrictas, el tope de precios es responsable de la bajada en las importaciones.
«Yo soy TCP y busco mi mercancía aquí en Holguín todas las semanas, porque soy de Cueto. Siempre llevaba cinco cajas de pollo y las vendía a mis clientes a 350 pesos la libra. Me ganaba 30 pesos arriba, por cada libra. La gente resolvía y yo ganaba algo más. Todos ganábamos. Pero después del precio topado ya no se puede, y ahora los clientes andan como locos porque no encuentran pollo», dijo Yordanis, un emprendedor.
«Allá no hay MIPYMES grandes que importen o compren al por mayor; las que hay revende igual que los TCP, y no les da la cuenta vender a precio topado, no hay margen de ganancia. El Gobierno está loco, no sabe qué hacer y termina jodiendo a todo el mundo. Pero al que más daño le hace es al pueblo, porque yo traigo mi paquete para mí, yo resuelvo el mío, los que no tienen son los mismos a los que el Gobierno dice querer ayudar».