sábado , 21 diciembre 2024

Si el castrismo no quiere un Primero, que le caiga un 20 de mayo

¿Qué podrían celebrar los obreros cubanos? Y ya que protestar está prohibido, al menos que tomen el día de descanso.

La Habana (Rafaela Cruz/DDC) – Felicitemos al Gobierno por su coherencia, suspender el Primero de Mayo es lo más honesto, ¿qué podrían celebrar los obreros cubanos? Y ya que protestar está prohibido, al menos que tomen el día de descanso… Bueno, si estar en casa con este calor y sin electricidad, pensando cómo vas a alimentar a tus hijos, puede considerarse descanso.

Cruzando el Estrecho de la Florida, en las entrañas del «monstruo neoliberal», seguro que sí van a protestar. En 2022 los precios allá subieron 6,5% mientras los salarios lo hicieron «solo» 4.7%, resultando que los trabajadores norteamericanos perdieron un 1,8% de capacidad adquisitiva, razón suficiente para una buena tángana.

Y eso que allí no han sido los asalariados quienes absorbieron en exclusiva el golpe inflacionario, medidas macroeconómicas han propiciado quiebras empresariales, principalmente en organizaciones financieras, que están repercutiendo fundamentalmente en propietarios e inversionistas… como debe ser.

Sin embargo, acá, en el «paraíso proletario», el pasado año la inflación superó el 40% según las sospechosas e incontrastables fuentes oficiales que, además, no incluyen el mercado negro donde se gasta más de la mitad del ingreso de los hogares cubanos. A tal depreciación, se contrapuso un exiguo aumento salarial inferior al 10% que dejó a los trabajadores de la Isla un tercio más empobrecidos que el año anterior.  ¿Y qué ha dicho el Gobierno que hará al respecto?

Lo que sabemos es lo que no hará. Días antes de comenzar ese fatídico 2022, el ministro de Economía, Alejandro Gil, afirmaba que «hay quienes piden que se suban los salarios, pero hacerlo sin incrementar la oferta es contraproducente porque destruiría en poco tiempo la nueva capacidad de compra. Lo primero que hay que incrementar es la oferta».

Y algo de razón tenía Gil, una espiral precios-salarios puede cronificar la inflación, pues en base a expectativas se desata una carrera donde cada cual, tratando de ganar poder adquisitivo, termina alimentando a un ciclo inflacionista muy difícil de romper y extremadamente dañino para la economía.

Pero un año y medio después de aquel argumento la oferta continúa mermando, amén de las innumerables medidas que el ministro ha ideado y aplicado. Así que las preguntas obligatorias son: ¿por qué y hasta cuándo asalariados y pensionistas —la inmensa mayoría de los cubanos— soportarán todo el peso de esta crisis? ¿No se impone una subida de salarios y que el ajuste macroeconómico se haga por otro lado?

Es difícil comprender que un Gobierno autodenominado socialista y representante de la clase obrera, mientras suben los precios de empresas estatales y paraestatales —MIPYMES «privadas» con capacidad ilimitada de importación— mantenga congeladas las remuneraciones a trabajadores y pensionados con la excusa de detener una inflación que él mismo fomenta, principalmente con políticas de gasto excesivo.

Y es que contener la inflación en Cuba no tiene que pasar obligatoriamente por salarios y pensiones congelados minimizándose aceleradamente frente a precios crecientes, hay medidas macroeconómicas disponibles para reducir la masa monetaria a la vez que, trabajadores y pensionistas, vean crecer su ingreso nominal al menos a ritmo parecido al del IPC, conteniendo así el desplome de su poder adquisitivo.

El problema estriba en que esas medidas macroeconómicas implicarían reducir la intervención castrista en la vida de los cubanos, liberando recursos económicos que quedarían disponibles para asignarse vía mercado. Lo que, inevitablemente conllevaría una progresiva disminución del peso de las empresas estatales a favor de un sector privado genuino y el nacimiento de una sociedad civil independiente a la CTC, los CDR y el PCC.

Entonces, no es basado en imperativos económicos que el Gobierno elige atajar la inflación por la vía de congelar salarios y pensiones, esto lo hace exclusivamente para conservar el poder impidiendo surjan poderes alternativos al suyo dentro de la sociedad cubana. La miseria de jubilados y asalariados, de los cuales más de un millón ingresa menos de 5.000 pesos mensuales (dos cartones de huevo) es un precio que el castrismo ve aceptable para mantener el trono.

Aun así, y muy lamentablemente, cuando en estos finales de abril ya el salario se haya esfumado hace días pero las necesidades sigan ahí, los cubanos culparán al del agro que cobra el boniato a 35 pesos, o al que trajo un par de tenis de Panamá y pide por ellos dos salarios de un médico. No se percatarán de que esos son solo síntomas, no la enfermedad. La enfermedad es esa que acaba de suspender el Primero de Mayo porque tiene poca gasolina y mucho miedo, la enfermedad es esa que ciertamente, lo que merece, no es un Primero, sino que le caiga un 20 de mayo o un 11 de julio, aunque sean fuera de fecha.