viernes , 22 noviembre 2024

Siguen confundiendo la ejemplaridad con la militancia política

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – En una sociedad de partido único y tan ideologizada como la cubana, es muy común que todas las facetas de la vida nacional se hallen signadas por la influencia que ejerce ese partido político. En ese contexto, por ejemplo, recordamos la oportuna mención que durante la visita del Papa Juan Pablo II hizo el arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, acerca de aquellos que habían confundido la patria con un partido.

Por supuesto que la confusión referida por el digno sacerdote no es la única que hemos soportado los cubanos durante estos años de gobiernos castristas. Hoy traemos a colación otra que mucho daño ha hecho a nuestra clase trabajadora: la identificación de la ejemplaridad con la pertenencia a ese único partido político.

Si un trabajador cumple cabalmente con los requerimientos de su puesto de trabajo, no tiene ausencias ni llegadas tardías, respeta a sus superiores, se supera en lo referido a su profesión u oficio, y mantiene relaciones cordiales con sus compañeros de labor, no debía de haber dudas en cuanto a que ese es un trabajador ejemplar. Sin embargo, para las autoridades castristas, tales atributos no son suficientes.

Por estos días se anuncian en muchos centros de trabajo a lo largo y ancho de la isla la celebración de las denominadas “asambleas de ejemplares”. Conjuntamente con el anuncio se dan a conocer los requisitos para acceder a esa distinción.

Además de las cualidades estrictamente laborales como las que mencionamos anteriormente, se le pide al trabajador que manifieste firmeza ideológica, que posea combatividad revolucionaria ante lo mal hecho y las indisciplinas sociales –esa combatividad revolucionaria incluye la pertenencia a las brigadas de respuesta rápida para reprimir cualquier indicio de oposición al gobierno–, que se supere políticamente –para que asimile mejor las orientaciones provenientes de “arriba” –, que pertenezca activamente en sus lugares de residencia a organizaciones como los Comités de Defensa de la Revolución o la Federación de Mujeres Cubanas y, por último, que sea incondicional para asumir cualquier otra tarea que le asigne el Partido Comunista.

Los núcleos del Partido de cada centro laboral llevan a esas asambleas una especie de precandidatura con los nombres de los trabajadores que se estima reúnen los requisitos para ser declarados ejemplares. ¿Y qué sucede si del seno de la asamblea brota una propuesta que no le agrade al núcleo del Partido?  Pues algún militante partidista pedirá la palabra para exponer los “defectos” de ese trabajador, y si eso no funciona dirá por lo claro que no puede ser ejemplar porque no reúne las condiciones para ser militante del Partido.

Una vez concluida la asamblea, los trabajadores que resulten declarados ejemplares serán “procesados” para su posterior ingreso en las filas del Partido Comunista o su apéndice juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas.

Asistimos entonces a una de las consecuencias emanadas del Artículo 5 de la Constitución cubana, el que establece que “el Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

Es decir, que de acuerdo con la concepción totalitaria que preside la sociedad cubana, si no se comulga con los postulados del Partido Comunista, ni se es patriota, ni se es trabajador ejemplar.

Bueno, ¿y qué opinan de esa situación el señor Ulises Guilarte de Nacimiento y el resto de los jerarcas de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba?  Pues absolutamente nada. Porque ellos, antes que dirigentes sindicales, se sienten militantes de ese partido único.