jueves , 28 marzo 2024

Temblores y soberanía alimentaria en Cuba

Como cada año, todos reconocen la inutilidad de un desfile que lleva más de medio siglo marchando en el lugar

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – El temblor de tierra que hará estremecer el 1ro de mayo las plazas, avenidas y poblados de Cuba por causa de las fuertes pisadas, los brincos jubilosos y la marcha entusiasta de miles de cubanos, tal vez no llenará las vacías neveras ni prenderá los fogones apagados en el país, pero activará la circulación sanguínea, hará sudar a los  líderes en su lucha contra el imperio y la obesidad, y permitirá a la población oxigenar sus pulmones, ahora que falta en las farmacias el salbutamol.

Es verdad que las fuertes pisadas no abonarán los surcos para que los cubanos puedan comer más de cinco libras de papas al año en un futuro aún sin definir, ni que los brincos jubilosos hagan surgir petróleo del fondo de la tierra para no depender de Venezuela como antes de la  URSS; aunque la marcha infinita del irrevocable socialismo hacia el mercado libre y el capital puede que esté llegando a su fin, con música de fondo –no de la escandalosa y combativa canción Gallo de Pelea, de Casabe–, sino con  la rítmica, melodiosa y relajante interpretación del Bolero de Ravel.

Tampoco podemos esperar que las temblores llenen de trigo los almacenes para la elaboración del pan de que carece la población o asuste a las gallinas y las haga poner huevos a tutiplén, pero quién sabe si sensibiliza a los norteamericanos y nos envían a crédito o gratis, los pollos que sustituyen al pescado en las dietas de los cubanos enfermos de sida, cirrosis hepática y el corazón.

Es más, si como piensa la gran mayoría de los participantes, este temblor no tendrá fuerzas para derribar los muros de silencios que ocultan el desabastecimiento en toda su dimensión, al menos la trompeta de “Jericó” Abreu, tocando el Himno Nacional en su canción Me dicen Cuba, será una sordina para quienes entre lemas y consignas piensan que al llegar a casa no habrá qué cocinar.

Pero el hambre no importa, los bajos salarios menos, pues siempre habrá un familiar en el extranjero que como el camaroncito los saque del apuro para ostentar, comer y gritar “Sí por Cuba”, aparte de que dentro del país se puede robar, desviar recursos, gozar la corrupción y, cuando la jugada apriete, tomar una pancarta con la imagen de Lázaro Peña o Fidel para cubrirse del sol, y echarse al mar rumbo a La Florida, la selva del Darién, Tapachula o Puerto Obadría, en Panamá.

Por otra parte, los quejosos de que esto no sirve para nada y asisten para no marcarse en la comunidad no pueden negar que entre tanto colorido de banderolas y pancartas con lemas como “Somos continuidad”, “Soy cubano” y otros de corte similar, tal vez exista la posibilidad de un encuentro político sexual entre una joven cubana y un carcamal alemán invitado al temblor, que multiplique, para el bien de la nación, un comensal menos a tener en cuenta en la mesa familiar.

Y aunque todos reconocen en el fondo la inutilidad de un desfile que lleva más de medio siglo marchando en el mismo lugar, este denominado fenómeno político social que estremecerá la isla el 1ro de mayo quizás pueda provocar intensos espasmos de fertilidad en avestruces, jutías y cocodrilos, que garanticen, al menos hasta el próximo temblor, la soberanía alimentaria del país. | vicdominguesgarcía4@gmail.com