Tras la avidez de fuerza de trabajo se ocultaría un ardid para llevar nuevos reclutas a la invasión de Ucrania.
(José Luis Reyes / DDC) – En el grupo de Facebook «Rusia para cubanos», los residentes en la Isla pueden encontrar desde consejos legales para quienes viajan a la nación euroasiática a hacer turismo de compras hasta ofertas para conseguir alquileres baratos o recomendaciones en torno a qué meses son más económicos para volar a Moscú.
El grupo, con 41.900 miembros y decenas de publicaciones semanales, comparte desde glamorosas fotos de mansiones rusas hasta bellos paisajes de ciudades y entornos campestres que subrayan la presunta belleza y lujo de la vida rusa. La oferta de los mercados, la abundancia de frutas y verduras, así como de alimentos de toda naturaleza disponibles en ese país parecen despertar la avidez de numerosos cubanos, que celebran esas condiciones y las comparan con las penurias que viven en la Isla.
El administrador de «Rusia para cubanos», Vladimir Shkunov, quien lo creó en mayo de 2021, es además miembro de otro grupo muy nutrido, con similares características, «Cubanos en Moscú».
Shkunov introduce el grupo con una advertencia: «Aquí se publicará información actualizada sobre la legislación rusa para los migrantes, sobre la vida en Rusia, sobre la protección de los derechos de los cubanos en Rusia. No discutimos cuestiones de política y nos guiamos por los principios de la amistad ruso-cubana». Asimismo, se identifica como el principal representante de la oficina regional de la ciudad de Uliánovsk de la Sociedad Rusa de Amistad con Cuba, afiliada al oficialista Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).
En septiembre de 2023, el medio independiente Cubanet entrevistó a 11 cubanos que formaron parte de la red de reclutamiento de mercenarios tramada desde Rusia para llevar hombres de la Isla a ese país, donde fueron reclutados por las Fuerzas Armadas del Kremlin y enviados a la invasión de Ucrania.
Según algunos de esos entrevistados, a sus buzones de Messenger les llegó un mensaje con una oferta de empleo en Rusia. A uno de ellos, que acababa de terminar el Servicio Militar Obligatorio en Cuba, le ofrecieron un trabajo en la construcción por un salario imposible en la Isla. Pero le llamó la atención que, en su intercambio con el presunto contratista, este hiciera énfasis en conocer sus habilidades como soldado.
De los 11 interrogados por Cubanet, ocho afirmaron haber recibido mensajes de Shkunov, graduado de una academia militar rusa, miembro del Partido Comunista de Rusia y quien viaja con frecuencia a Cuba y asiste a eventos oficiales de la Embajada de La Habana en Moscú.
Un negocio mutante y público
¿Podría ser que el negocio de contratación de «carne de cañón» haya mutado o se disfrace bajo la apariencia de un simple mercado laboral transnacional?
En enero pasado, un reporte del medio de Moscú MSK1 dio cuenta de cómo los trabajadores extranjeros que asumen labores despreciadas por los residentes rusos en la capital, provenientes sobre todo de las repúblicas exsoviéticas vecinas, han comenzado a ceder sus puestos a obreros de la Isla, que pese a no tener permiso de trabajo ni hablar ruso, se las arreglan para prosperar.
Según el reporte, son miles los cubanos que asumen cada día labores poco calificadas tanto en la capital como en la región de Moscú. El antropólogo y etnólogo ruso Alexander Silantyev, consultado por el medio y autor de artículos científicos sobre la migración cubana, indicó que en la actualidad hay entre 4.000 y 5.000 trabajadores migrantes cubanos en Moscú.
«Comenzaron a aparecer porque esta es una nueva dirección migratoria prometedora para ellos. Vienen aquí porque ahora en Cuba hay un gran problema con la economía. Aquí en Rusia, trabajan principalmente en obras de construcción, como cargadores en tiendas o como conserjes, y reciben entre 50 y 60.000 rublos, unos 500 dólares. Los cubanos perciben a Rusia como un país amigo. Vienen aquí con calma, sin preocuparse de que se metan en alguna situación desagradable», aseguró Silantyev.
Con la invasión de Ucrania tensando las demanda de hombres y recursos, la falta de personal se percibe en la mayoría de los sectores de la economía y los servicios de Rusia. Según un estudio del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias rusa, al cierre de 2023 la escasez de trabajadores en Rusia ascendía a 4,8 millones de personas, algo especialmente manifiesto en oficios como los de barrenderos y personal de mantenimiento.
Esa clase de trabajos son asumidos por migrantes, sobre todo de países vecinos, pero la actual debilidad del tipo de cambio del rublo, hundido por la inflación que golpea a Rusia, hace que haya dejado de ser rentable para ellos salir de sus países para trabajar en la nación euroasiática.
Según Valery Mironov, doctor en Economía y director adjunto del Instituto del Centro de Desarrollo de la Universidad HSE, «ellos ahorran cada centavo para enviar a sus familias. El tipo de cambio del rublo es muy importante para ellos, porque convierten los rublos en moneda extranjera. Cuando el tipo de cambio era de 50 rublos por dólar, estaba bien, pero ahora el tipo de cambio es el doble con casi el mismo salario. Así que no vienen», indicó.
«Simplemente no es rentable para ellos venir aquí. Prefieren ir al vecino Kazajistán, o a Europa. Los más inteligentes cruzarán ilegalmente la frontera hacia México y luego buscarán empleo en Estados Unidos», agregó. «Pero con los cubanos todo es más sencillo, porque es un buen sueldo para ellos», afirmó.
Un reciente foro público del Colegio del Ministerio de Industria y Comercio de la República de Tartaristán, una de las que integra la Federación de Rusia, indicó que para lograr los planes económicos locales es necesario atraer a medio millón de nuevos trabajadores a la economía.
Según el reporte del medio La Gaceta de los Negocios, de Kazán, la capital de Tartaristán, esa cifra fue mencionada por Oleg Korobchenko, titular de la cartera de Industria local. El proyecto de las autoridades se concentra en tres iniciativas: «recuperar la experiencia soviética de las escuelas nocturnas para jóvenes trabajadores; reorientar la educación superior para buscar la formación de más profesionales calificados en la esfera industrial y, lo más importante, importar masivamente inmigrantes del Tercer Mundo».
En su discurso sobre el tema, Korobchenko llegó a ironizar cuando recordó que 2024 fue declarado en Tartaristán como el Año del Desarrollo Científico y Tecnológico. «¿Qué pensábamos, que pronto los robots estarán limpiando la nieve y la humanidad estará creando? Pues hasta ahora las redes neuronales se dedican a la creatividad y la gente está quitando la nieve», afirmó.
Por su parte, Timur Shagivaleev, director general de la Zona Económica Especial (ZEE) de Alabuga, dedicada a la producción industrial y donde se fabrican gases industriales, láminas y vidrios para automóviles, fibra de carbono, productos de alimentación animal, entre otros, consideró que «es necesario seguir aplicando la experiencia de la URSS: construir dormitorios en las fábricas para garantizar un mayor crecimiento».
Asimismo, propuso la naturalización e integración controlada de los migrantes extranjeros en la sociedad. «Estudiamos el salario promedio en Cuba, Bangladesh, Sri Lanka, Uganda. Son 22.000 rublos (240 dólares). En la zona económica especial, las personas recibirán tres veces más que en su región de origen. Es muy importante seguir el camino de Singapur, para que no vivan en una habitación cuatro personas de Cuba, sino de diferentes países, y así se integren conjuntamente a nuestra sociedad».
Esa idea, que forma parte del programa Alabuga Start, es impulsada por la ZEE. «Tenemos propuestas para trabajar con migrantes a nivel federal, las hemos presentado al Gobierno», aseguró Korobchenko.
Sin embargo, una encuesta sobre el tema de La Gaceta de los Negocios arrojó una percepción distinta del asunto por parte de los residentes locales. A la pregunta de «¿Necesita Tartaristán importar migrantes de África, Asia y América Latina en masa?», apenas el 14% de los lectores opinó que eso resolverá la crisis laboral.
En cambio, el 65% se decantó por la opción «¡No, va a ser una pesadilla!», mientras que el 19% indicó que «Es necesario importar, pero por poco tiempo y establecerse de forma aislada».
¿Un contrato de trabajo podría ser una trampa mortal?
Pero, ¿y si semejante demanda de fuerza laboral encubriera la posibilidad de que en el futuro esa masa laboral sea dirigida hacia el esfuerzo de guerra de Moscú? Sobre ello alertó en febrero el medio independiente The Moscow Times.
Según un reporte de ese medio, el Kremlin está reclutando activamente migrantes de países de Asia Central para trabajos de construcción en las regiones ocupadas de Ucrania. Bajo promesas de salarios altos, a menudo muchos de ellos son llevados a cavar trincheras e incluso a participar en el conflicto militar durante los ataques rusos a las posiciones ucranianas.
Como han señalado numerosos analistas, Vladimir Putin no quiere llamar a una nueva movilización en Rusia, pese a que esta parece inevitable si la guerra se alarga. Por ello, tanto serbios como cubanos y nepalíes están apareciendo en las filas militares rusas.
«En las ciudades rusas, los migrantes, especialmente los que han recibido la ciudadanía rusa, reciben citaciones. También se les invita a trabajar en los territorios ocupados, donde, según Putin, se gasta más de un billón de rublos al año en la restauración de lo que fue destruido por su propio Ejército», señala el medio.
Valentina Chupik, directora de Tong Jahoni, una organización sin fines de lucro para ayudar a los migrantes, dijo a Bloomberg que unos 50 residentes de países de Asia Central que voluntariamente fueron a trabajar en labores de construcción en los territorios ocupados, no recibieron el salario prometido, «y en el camino de regreso se les prohibió ingresar a Rusia».
Chupik también conoce muchos casos en los que ciudadanos de Uzbekistán y Tayikistán fueron atraídos a los «nuevos territorios» y obligados a trabajar gratis, incluso cavando trincheras en el frente, agrega The Moscow Times.
Un residente tayiko llamado Soleh, que habló con Bloomberg, aseguró que quienes van a trabajar a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, ocupadas por Moscú, son obligados a tomar las armas. Un amigo suyo habría tenido que firmar un contrato con el Ministerio de Defensa ruso cuando acudió al centro de migración para obtener un permiso de residencia, contó.
Soleh agregó que él mismo fue «reclutado activamente» cuando esperaba ser deportado en noviembre. Incluso le habrían prometido la ciudadanía rusa si firmaba un contrato por su servicio como soldado, y «mucho dinero». Pero él decidió volver a casa.
A los constructores que van a las zonas rusas de Ucrania se les prometen más de 300.000 rublos al mes (casi 3.300 dólares), además de alojamiento, gastos de transporte y seguro médico. En un anuncio en San Petersburgo citado por el reporte, «una empresa de construcción está reclutando empleados para la restauración de Donbas», incluidos mayores de 45 años, con discapacidades y sin experiencia laboral en su especialidad.
Sergei Khrabrykh, un excontratista del Ministerio de Defensa de Rusia advirtió a The Moscow Times que muchas de esas empresas tienen contratos con esa entidad oficial. Khrabrykh, quien reside fuera de Rusia, alertó que por esa causa los trabajadores no pueden defenderse cuando descubren que han sido engañados para ir a Ucrania como trabajadores manuales.
Fue ese justamente el modus operandi que denunciaron los jóvenes cubanos Andorf Velázquez García y Alex Vegas Díaz, quienes denunciaron haber sido engañados y enviados a Rusia como reclutas para participar en la invasión de Ucrania, el caso que destapó la red de captación de carne de cañón en la Isla.
De acuerdo con el Centro Nacional de Resistencia de Ucrania, Moscú ha llevado a las zonas ocupadas a más de 100.000 migrantes centroasiáticos, quienes estarían trabajando en obras de construcción. Pero, como advierte The Moscow Times, el Kremlin quiere reemplazar a la población local con esos migrantes mediante la emisión de la ciudadanía rusa.
Mas, para Kiev, todos los que trabajan para los ocupantes son considerados enemigos. Así que no están fuera del conflicto.
Mientras cientos de cubanos ven un contrato de trabajo en Rusia como una solución válida para la situación dantesca que viven en la Isla y como una salida migratoria, lo cierto es que tomar una decisión de esa naturaleza podría suponer caer en una trampa peligrosa.
Desde La Habana hacen silencio: en tanto nuevos emigrados envíen dinero a sus familiares en Cuba, haciendo lo que sea que hagan, el régimen puede seguir sosteniendo la miseria que crea tanto trabajadores baratos como carne de cañón para los aliados.