viernes , 29 marzo 2024

Una constitución que nace viciada

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Para nadie son un secreto las manquedades con que verá la luz la nueva Constitución que regirá la vida de los cubanos. Durante el propio acto de presentación de la Comisión que redactará el Anteproyecto de Constitución de la República –es decir, aún sin haberse iniciado dicho trabajo–, ya el señor Miguel Díaz-Canel Bermúdez anunciaba dos de las características que convertirán en letra muerta a esa Carta Magna.

Por una parte, se mantendrá el acápite que reconoce el papel rector del Partido Comunista en la sociedad, y por otro lado incluirán la cláusula que fija la irreversibilidad del actual sistema político imperante en la isla. O sea, que la maquinaria del poder no renuncia a la conservación de sus prebendas, y con ello impedirá el advenimiento de cambios reales que beneficien al pueblo cubano.

Mas, al margen de lo anterior, es posible apreciar también algunas exclusiones en la Comisión encargada de redactar el Anteproyecto, las cuales la hacen poco representativa de sectores clave de nuestra sociedad.

Por ejemplo, es inadmisible que entre los 33 miembros de la Comisión no haya un representante directo de los trabajadores cubanos. Porque ya sabemos que el señor Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), piensa y actúa más como dirigente partidista y gubernamental que como líder sindical. Pudo haberse incorporado en la Comisión a un director de empresa, algún obrero destacado o hasta un cuadro intermedio de la CTC. Por supuesto, sería mucho pedirle a la cúpula del poder que tomara en cuenta a los sindicalistas independientes de la isla.

Otro tanto sucede con el sector campesino, garante en buena medida de la alimentación de los cubanos. Forma parte de la Comisión el señor Rafael Santisteban Pozo, presidente de la también oficialista Asociación Nacional de Agricultores Pequeños. De él podríamos decir algo parecido a lo expresado sobre Guilarte de Nacimiento en lo relativo a los intereses que defenderá en la redacción del Anteproyecto. No se incorporó a la Comisión a ningún dirigente cooperativista, pequeño agricultor, o arrendatario de tierras estatales.

¿Y qué decir del desamparo que se cierne sobre el emergente sector privado de nuestra economía? Como mismo los gobernantes se las arreglaron para incorporar a un zapatero remendón como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular –y mucho que blasonan de ello–, pudieron haber seleccionado a algún trabajador por cuenta propia para que ofreciese sus puntos de vista en la redacción del referido texto legal.

Una vez que la Comisión concluya los trabajos de redacción del Anteproyecto de Constitución, los restantes pasos del mecanismo seguirán los caminos trillados de nuestra “democracia participativa”. El documento será leído –más que debatido– por las diferentes organizaciones de masas apéndices del Partido Comunista. Algunas personas podrán realizar algún que otro planteamiento que discrepe de la línea oficial, pero jamás tendrán la certeza de que haya sido tomado en consideración, y por supuesto que no lo verán incorporado en la versión final del documento.

Después, el Anteproyecto será sometido a la aprobación de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Y en ese reino de la unanimidad, la nueva Carta Magna recibirá el visto bueno de la totalidad de los diputados.

Como colofón, habrá una especie de plebiscito para que la población apruebe o no la Constitución. Como es de esperar, todos los medios de difusión someterán a los cubanos a un bombardeo mediático que transmitirá un único mensaje: la necesidad de dar el sí a un documento que garantizará la continuidad de la obra revolucionaria. Y ni un mínimo espacio en la televisión, la radio o la prensa escrita para alguien que desee exponerle al cubano de a pie la conveniencia de oponerse a la Constitución.

A partir de ese momento se proclamará en todos los foros internacionales que esa es la Constitución que los cubanos se han dado a sí mismos.

Documento: Constitución de la República de Cuba