Volver a la estrategia del parche y el barniz cuando los tiempos demandan un cambio raigal de las estructuras económicas.
La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – La reforma económica parcial que aprobaron los mandamases del partido y cuyo diseño carece de imprescindibles articulaciones, objetividad, compromisos auténticos con sacar al país del estancamiento y atada a los conocidos amarres políticos e ideológicos, hay que identificarla como otra de las tretas publicitarias usadas para ganar tiempo.
Volver a la estrategia del parche y el barniz, cuando los tiempos demandan un cambio raigal de las estructuras de una economía que ha demostrado su incapacidad para generar suficientes riquezas, pone de relieve la terquedad de la élite que ha hundido a la mayoría de los cubanos en el pantano de la miseria y la desesperación.
El asunto es que han apostado por un conjunto de transformaciones limitadas que lejos de resolver los graves problemas sociales, económicos y laborales, terminarán aumentándolos. El caos podría sobrevenir en algún momento de esa absurda tendencia de arreglar el desastre con la inminente unificación monetaria y cambiaria, un severo recorte en la política de subsidios, el aumento de los salarios, entre otras medidas que responden a un proyecto inviable.
“Nada de eso va a funcionar. Es el colmo de la superficialidad. El plan para salir de este entuerto, necesita de un rigor profesional que no veo por ningún lado. Están jugando con el destino de todo el pueblo. Si no pueden o no quieren resolver el problema, pues que se vayan, dijo un economista que trabaja en una empresa estatal bajo condición de anonimato.
“El modo de producción centralizada hay que reducirlo y darles espacio a otros tipos de propiedad. Sin la previa legalización de las pequeñas y medianas empresa, al margen del estado, es absurdo esperar resultados favorables. Es un tema de primer orden del que no se habla. El sistema fracasó y hay que aceptarlo. En pocas palabras, es preciso subirse al tren de la economía de mercado, quiéranlo o no. No hay más opciones en el tablero, agregó.
El cubano de a pie, más allá del desconocimiento sobre estos temas, también desconfía del discurso gubernamental que asegura el buen paso de las reformas, ya implementadas, y las que entrarán en vigor en los próximos meses.
Los puntos de vista coinciden en un empeoramiento del nivel vida, no obstante, las promesas de los máximos dirigentes de solventar todos los percances derivados de un proceso reformista, que se termina donde comienzan los intereses de una envejecida cúpula de poder, decidida a conservar intactos los postulados fundamentalista de Fidel Castro, consistentes en la hegemonía del Estado sobre los medios de producción y el control de los trabajadores.
El objetivo fundamental es lograr la prometida continuidad de la revolución sin alterar sus ideales primigenios de rechazo al capitalismo, a la democracia representativa y el odio a los Estados Unidos.
En medio de estos cambios que anuncian nuevas rondas de sobresaltos, provocados por la escasez, el alza de los precios en los comercios minoristas, la inminente depreciación del peso y un alza en el número de desempleados, las personas de la tercera edad serían los grandes perdedores.
“Cuando me enteré que iban aumentar las chequeras me puse muy contenta, pero la alegría se acabó al enterarme que el costo de los productos crecería también. Si es así, no entiendo nada. Eso es una burla a nosotros los viejos. Muchos nos moriremos de hambre y sufrimiento. Ya no tenemos fuerza para salir todos los días a ver que se consigue. Lo que nos ha tocado vivir es terrible, sentenció Carmen, una anciana de 78 años que vive con su hija divorciada, y sin empleo, y un nieto menor de edad.
De acuerdo a informaciones publicadas en la prensa oficial las tasas salariales, incluidas las jubilaciones, crecerán entre 4,9 y 5 veces y los precios en el sector estatal subirán, pero por debajo de las referidas tasas. Habría que ver cuán ciertas son estas notas, frente a una dinámica tan incierta.
Faltan muchos eslabones para confiar que todo fluirá sin contratiempos.
En los órganos de prensa, todos controlados por el partido único, ha existido la propensión de dar por hecho lo que plantean los funcionarios de alto nivel.
Que el presidente, el primer ministro o cualquier miembro del buró político, acredite de antemano el éxito de un programa, en este caso con demasiados puntos oscuros, no es suficiente para obviar los cuestionamientos y las dudas.
No sería el primer error de cálculo. Tampoco un señuelo diferente para atrapar incautos.