Seis décadas de hambre son un insulto que crece con cada fábula, como aquel vasito de leche de Raúl Castro.
La Habana (Sindical Press) – La supuesta superproducción de leche vacuna, impulsada por Raúl Castro el 26 de julio de 2007, quedó como otra promesa delirante. A pesar del historial de promesas similares hechas por Fidel, hubo quienes creyeron en la posibilidad de beber leche en abundancia, disponible en cualquier timbiriche, sin importar ubicación o categoría, y sin el temor de que escaseara o desapareciera para siempre, como tantos otros productos.
Que no fuera el dictador en Jefe el protagonista de la declaración ofrecía cierto margen de confianza.
El fracaso de la zafra azucarera de 1970, la casi total extinción de la industria cafetalera, la fallida experimentación genética en el ganado vacuno para lograr un incremento exponencial en la producción de leche y carne, y el desafortunado plan de desarrollar el plátano microjet como solución a la escasez alimentaria durante el llamado “Período Especial en Tiempos de Paz”, todo sin una estrategia razonable, fueron pifias de Fidel.
Raúl asumía el mando con ínfulas de sentar un precedente que su hermano, viejo y enfermo, no había podido cristalizar en los casi 40 años como dictador. La economía continuaba cuesta abajo y el racionamiento se mantenía inamovible.
A casi cuatro lustros de aquel pronóstico, la situación del país se asemeja a un páramo, muy lejos de la prometida abundancia. En Cuba falta prácticamente todo, incluida la leche, que mayormente se distribuye en polvo, en bolsas de un kilogramo, un par de veces al mes y solo para niños de hasta 7 años.
En el mercado negro el precio puede alcanzar los 2.500 pesos, lo cual representa 400 pesos por encima del salario mínimo de 2.100.
En retrospectiva, la referencia de Raúl Castro durante el acto de clausura por las actividades del 26 de julio, celebrado en la ciudad de Camagüey en 2007, resulta lamentablemente patética.
“Hay que borrarse eso de los siete años. Llevamos cincuenta años diciendo que hasta los siete años. Hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche, y hay tierras para producirla…”, sentenciaba entonces, el general de ejército, como si emitiera un decreto a cumplirse al pie de la letra.
Estos arranques voluntaristas, tan propios del arsenal político del castrismo, no parecen tener fin. Ahora se suman los intentos de incrementar la producción de arroz a partir de un modelo experimental aportado por una empresa vietnamita, según publicó el diario Granma en su edición del 25 de septiembre.
Las 1.500 hectáreas que se sembrarán en una primera etapa deben aportar unas 7 toneladas de cereal. Para noviembre, debe completarse el plan que contempla el cultivo de más de 15.000 hectáreas en varias regiones del país, según el reporte.
William Nieblas Rivas, productor de la finca El Pellejero, ubicada en la localidad de Güines, en la provincia Mayabeque, donde se lleva a cabo la tarea, dijo que la semilla híbrida se ha adaptado bien al suelo cubano.
A tono con las elevadas expectativas, Nguyen Thi Thom, directora de Agri Vma, la empresa del país asiático que trabaja en el proyecto, resaltó la importancia del apoyo técnico brindado para asegurar su éxito.
Al saber que se requieren al menos 700.000 toneladas para satisfacer el consumo nacional y que los niveles de producción suelen quedarse por debajo de lo necesario debido a diversos factores, como la escasez de insumos, fertilizantes, pesticidas y maquinarias, sobran razones para descartar una pronta solución al problema de la escasez y los elevados precios minoristas del arroz.
Datos revelados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) indican que, entre 1985 y 2020, la producción de arroz se redujo en un 49%. Actualmente, más de dos tercios del cereal se importan, lo que supone un gasto anual que supera los 800 millones de dólares, un monto extremadamente gravoso para una economía con serias fallas estructurales y con una deprimida disponibilidad de recursos financieros.
Bajo los dominios del socialismo de las interminables carencias no faltarán proclamaciones sobre el advenimiento de mejores tiempos.
Más de seis décadas cargando con el hambre es un insulto que se intensifica con cada fábula, como la del vasito de leche de Raúl y la iniciativa arrocera, promocionada desde el Granma como un alivio, que resulta imposible de creer. ¿Qué representan las supuestas 70 toneladas que se cosecharán?
Toda esa alharaca es harina del mismo costal, hasta que no se demuestre lo contrario.